El desastre se llama capitalismo, la tragedia se llama neoliberalismo

Durante los últimos días de enero del 2022, fuertes lluvias, inundaciones, aluviones y carreteras destruídas damnificaron a cientos de familias en Pangua, Pujilí, Sigchos, La Maná, Quevedo y en el barrio quiteño de La Gasca.

 

En Quito, pocos días atrás comunidades aledañas a la quebrada Rumipamba ya  alertaban de pequeños deslaves posiblemente ocasionados  por la tala de árboles en el bosque protector de Pichincha para la construcción del cementerio y cenizario industrial Urkupamba. Por desgracia, el 31 de enero de 2022, las intensas lluvias provocaron que un embalse colapse y produzca deslizamientos de lodo y rocas en el sector de La Gasca. La fuerza de los aluviones y deslaves causó la muerte de más de 22 personas y la desaparición de al menos 20. Asímismo, cientos de familias damnificadas por heridas o daños en sus viviendas y vehículos. Sin embargo, la mayoría de pérdidas fatales se registraron los barrios populares La Comuna y el Armero.

 

Cabe recalcar que el Inamhi ya había anunciado las fuertes lluvias y tormentas eléctricas que afectarían a la Sierra Centro y Costa. Pero las autoridades encargadas de la prevención y gestión de riesgos no pusieron en marcha planes de contingencia.

 

Ante estos sucesos lamentables, no podemos quedarnos culpabilizando al azar de la naturaleza cuando estamos frente a tragedias previsibles y a las que se les dio la espalda de manera intencional. La nula gestión en prevención de riesgos, el olvido por parte del Estado y los favores a las empresas en perjuicio de las comunidades también deben verse como necropolítica y aporocidio estatales.

 

Lo ocurrido en Quito es solo una manifestación de la problemática de la vivienda en las principales ciudades del país. La migración campo-ciudad, la especulación inmobiliaria que dispara los precios de los predios y la existencia de constructoras privadas que ofertan viviendas a precios inaccesibles, obligan a la población a replegarse hacia las periferias para construir en lugares peligrosos o someterse a traficantes de tierras inescrupulosos.  Todo bajo la mirada cómplice de las autoridades que muchas veces son accionistas de las mismas empresas.

 

Constatamos una vez más la ineficiencia y corrupción del Estado, y la avaricia y voracidad de ciertos sectores privados.

 

Sin embargo, hay que agregar a esta lectura el factor de la crisis climática. No es ninguna sorpresa que la tala indiscriminada de bosques y el relleno de quebradas genera deslaves, o que la explotación petrolera genera derrames. Es la glotonería desenfrenada del sistema capitalista y neoliberal lo que, en última instancia, genera todos estos estragos. El desastre se llama capitalismo, la tragedia se llama neoliberalismo.

 

Llamamos a la solidaridad ante esta catástrofe y a no olvidar que solo el pueblo salva al pueblo.

 

Acción Antifascista Ecuador

El desastre se llama capitalismo, la tragedia se llama neoliberalismo.

Crisis carcelaria

Lo vivido durante los últimos días en la Penitenciaría del Litoral, no puede ser pasado por alto o como algo normal. No es normal que más de 100 personas pierdan la vida mientras están en custodia directa del Estado y no tienen ningún recurso para defenderse. De hecho, las cifras no se han aclarado por el gobierno central, que solo confirmó 118, mientras que otras fuentes han contado 300.

Esta laguna en las cifras habla del absoluto desinterés por parte del Estado en la situación carcelaria, y del enorme nivel de violencia y descontrol que rige la misma. Si la cifra de 118 es la correcta, esta es la quinta masacre carcelaria más sangrienta de la historia. Si la cifra de 300 es la correcta, es la segunda masacre más sangrienta. Para colmo, el día 03 de octubre, la SNAI – ente regulador de los procesos privativos de libertad-, cortó el suministro de alimento a los centros que conforman el Complejo Carcelario del Guayas. ¿Qué nos dice la situación de la sociedad ? ¿Qué nos dice del Estado?

La cárcel castiga la pobreza, no el delito.

De entrada sabemos que la cárcel no reforma y no tiene intenciones de rehabilitar a personas que han incurrido en algún delito por error o necesidad. Por eso, vemos cárceles a reventar con personas que han cometido delitos menores, mientras que en la calle caminan libres los verdaderos criminales. Los delincuentes de cuello blanco: políticos, grandes empresarios, policías, extractivistas, etc. Ellos roban los recursos, la libertad y la dignidad del pueblo para enriquecer sus avaros bolsillos.

Mientras tanto la opinión pública, siempre conducida por los medios hegemónicos, decreta que los presos son lo peor, la lacra de la sociedad. Se entiende a las Personas Privadas de la Libertad (PPL), como aquel temible mal que hay que encerrar – y por qué no, eliminar definitivamente-, para poder estar a salvo en casa.

Los que sí son verdaderamente despreciables son aquellos que se benefician de las desigualdades económicas y sociales. Y hablan desde su grotesco lugar de juez moral para escupir ignorancia y falta de empatía mientras justifican la matanza hablando de «limpieza». Lo hacen porque quieren desviar su  responsabilidad en el mantenimiento de esta sociedad enferma. La responsabilidad que tienen cuando fomentan la precarización y la explotación laborales, en lugar del trabajo digno. También cuando voltean la mirada frente a la violencia intrafamiliar, o cuando fingen que el anciano que duerme en la calle no existe. Todo aquel que desde el egoísmo siga reproduciendo la injusticia y la desigualdad, tiene su parte de responsabilidad en lo que hoy se vive en las cárceles.

Para el antifascismo militante, las masacres suscitadas en las cárceles del país son un buen ejemplo para comprender cómo se estructura una sociedad fascistizada. Las cárceles son la recreación de un modelo social fallido, ideal para marginar a quienes son tratados como desechos, a pesar de ser las víctimas directas de la irregularidad y la injusticia del Capital. A esta marginación se le agrega la precarización respaldada y promovida por el aparato represor. Este aparato asesino, armado, comprado, sobornado, manipulado y dispuesto a cualquier atrocidad, con la estrategia y finalidad de castigar a quienes de por sí ya son olvidados.

Por eso, la crueldad sin precedentes que parece salida de una película gore, no es una psicopatía individual. Es el resultado de una vida de violencia y sufrimiento normalizados, de una subjetividad abandonada y desechable. Una vida a la que la sociedad le negó cínicamente la educación, el empleo, la salud, la vida digna. Habiendo vivido esto, ya no se tiene nada que ganar, ni que perder, lo cual no puede más que dar rienda suelta a los peores instintos. Por otro lado, es necesario subrayar que tal masacre no pudo darse sin la complicidad del Estado y su aparato represivo. No solamente respecto al hecho mismo de las alianzas con la policía y los guías penitenciarios, sino de los profundos vínculos entre el narcotráfico, el Estado y el Capital.

Si la cárcel es un buen termómetro para saber cómo está la sociedad,  la nuestra está podrida hasta los cimientos. Está marcada por ideas y acciones fascistoides propias del capital y el neoliberalismo. Una sociedad conducida por el narcotráfico, ya en plena en transición al narco-Estado como los de México o Colombia. Regida por la falta de oportunidades y en un sendero hacia la precarización laboral absoluta. Gobernada desde la apatía del Estado, cómplice en la destrucción del tejido social.

Por lo tanto, quienes nos definimos como Antifascistas alzamos nuestra voz para afirmar que todas las PPL son presos políticos. Presos políticos del Capital, del Estado y del Narco. Nos solidarizamos con las familias, amistades y comunidades que han perdido un ser querido en la crisis carcelaria. Reiteramos nuestro compromiso en la lucha contra las diversas expresiones del fascismo, entre las que está el sistema penitenciario.

¡Abajo los muros de todas las prisiones!

 

¡Hasta que no sea necesario delinquir para vivir!

 

¡Aquí están las Antifascistas!

Homenaje a Edison Cosíos: Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio, ¡toda una vida de lucha!

El antifascismo es una lucha libre de caudillos o héroes. Las antifascistas asumimos una lucha sin rostros, con la capucha como sello de identidad. Sin embargo, hay personas que por las características de su vida, de sus luchas y – en muchas ocasiones-, de su muerte, se convierten en hitos y en símbolos de los que también nos nutrimos quienes mantenemos nuestra actividad política y revolucionaria. Tal es el caso de Edison Cosíos.

Hoy, hace diez años (15 de septiembre de 2021), el ex estudiante del Instituto Nacional Mejía y militante alfarista, Edison Cosíos fue impactado por una bomba lacrimógena directamente en su cabeza. Este impacto se dio en el contexto de las protestas protagonizadas por los estudiantes del Mejía en contra de la imposición del Bachillerato General Unificado. Como resultado de este acto de brutalidad policial, Cosíos quedó en coma por más de siete años, después de los cuales, finalmente, perdió la vida.

La valentía con las que Edison luchó, hombro con hombro junto a sus compañeros, para defender algo que consideraban no se ve todos los días.  La entrega y convicción por sus ideales, tampoco. Aunque no llevase la bandera roja y negra, en él también se encarnaban los valores de nuestra lucha.

La responsabilidad de su muerte se divide entre Hernán Salazar Narváez, policía que disparó la bomba, José Serrano, el ministro de gobierno de entonces, y de Rafael Correa, el presidente que encabezó un gobierno con una frontal agenda de represión y desarticulación de los movimientos sociales. En este caso no hay inocentes, porque la represión fue totalmente desmedida, y tenía la clara intención de dañar a los estudiantes. Adicionalmente, posterior al incidente, familiares y amigos de Edison sufrieron acoso y persecución por parte de las fuerzas policiales.

Más allá de idealizar a Edison Cosíos, o de convertirlo en un mártir, queremos celebrar su vida, recordar su nombre y su lucha, y asegurar a sus victimarios que no olvidamos. Cuando mataron a nuestro compañero, sembraron el árbol del que prenderemos sus cuellos.

Asumimos con honor, con alegría y con responsabilidad seguir con la lucha que nos han dejado quienes nos precedieron. Nos nutrimos de su historia y de su ejemplo para luchar hoy con quienes nos acompañan. Aprendemos de su legado para escribir nuestro renglón en la historia y pasar la antorcha a quienes lucharán después que nosotras.

 

Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio,

¡toda una vida de lucha!

Compañero Edison Cosíos,

¡presente!

 

Acción Antifascista Ecuador

No es terrorismo y sabotaje, ¡es DIGNIDAD y RESISTENCIA! Amnistía total para Lenin Yumbay

Desde hace algunos meses el Estado ecuatoriano, a través de la Fiscalía, está llevando un proceso judicial contra 27 jóvenes por el incendio del edificio de la Contraloría efectuado en el contexto del Paro Nacional de Octubre de 2019. Entre los procesados está Lenin Yumbay, cantante de rap perteneciente al pueblo Guaranca.

Los delitos de los que se acusa a este grupo de jóvenes son Terrorismo y Sabotaje entre otros. Claramente, este juicio responde a motivaciones políticas y presiones mediáticas antes que a una búsqueda de la verdad o justicia, ya que la acusación carece de elementos sólidos que determinen la autoría del incendio por parte del grupo de acusados.

Esto corresponde con una agenda que criminaliza la protesta social, el trabajo político y la resistencia popular.

Frente estos actos de clara persecución, nos solidarizamos firmemente con los compañeros procesados de manera injusta por el incendio de la Contraloría. Ellos, como las miles de personas que estuvimos en las calles en Octubre, y que seguimos en las calles hoy, ejercían su legítimo derecho a la protesta y a la resistencia, plenamente reconocido por la Constitución.

Citando al compañero Lenin Yumbay, ¿Quién ha dicho que es delito luchar por la vida, por nuestra vida? ¿Quién ha dicho que es delito luchar por el agua, por la tierra? Ante la persecución, criminalización y judicialización de los procesos populares,

¡A preparar la ofensiva popular!