Primeras lecturas postelectorales: LA DERECHA PERDIÓ, LA IZQUIERDA NO HA GANADO NADA

El domingo 5 de febrero, la derecha partidista, perdió de manera contundente en las urnas. Con esto no queremos decir que la izquierda ganó. No consideramos esto como una victoria para las clases populares. Pero sí reconocemos que las dos mayores fuerzas de derecha (Partido Social Cristiano y CREO) fueron derrotadas en sus puntos clave: las alcaldías y prefecturas de los territorios más poblados y la consulta popular.
Tenemos la certeza de que este gobierno no es incapaz o ineficiente. Es un gobierno sádico que sigue disciplinada y sistemáticamente una agenda de precarización neoliberalista y empobrecedora. 
En ese sentido, el resurgimiento del correísmo no responde a un voto ideológico o de fondo. Es la respuesta desesperada de un pueblo que ha sufrido ya seis años de neoliberalismo a nivel nacional, y hasta 30 años en ciudades como Guayaquil. Así, una nueva administración «progresista« puede ser un paliativo en las necesidades urgentes de un pueblo totalmente abandonado en salud, educación, seguridad y todos los derechos más básicos. 
Con el tablero reorganizado de esta manera, no podemos caer en ingenuidades. Sabemos que las comodidades que el estado de bienestar socialdemócrata ofrece a ciertos sectores sociales y los estímulos que brinda a organizaciones políticas, pueden redundar en un adormecimiento generalizado y represión a quien no se pliegue a su proyecto como ya ocurrió en los (des)gobiernos de la «Revolución» Ciudadana.
Entendemos, entonces, que el desafío es en el mediano plazo. Con un gobierno central que pende de un hilo y puede agudizar sus políticas represivas y persecutivas, con una clase media-baja (porque ya no existe la clase media), que se vuelve a inclinar por el progresismo y un país marcado por la violencia del narco y la desigualdad: la organización y autogestión son nuestra propuesta. 
La tarea que nos proponemos es tender puentes con todas las indivualidades y colectividades cansadas de la miseria. No para esperar pasivamente un gobierno que solucione todo, sino para atrevernos a soñar en conjunto con un mejor mañana totalmente distinto, sin temerle a la utopía.
Por eso, y con miras a un nuevo mundo, 

¡a preparar la ofensiva popular!

 

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