LA FASCISTIZACIÓN DE LA SOCIEDAD: DEBATES Y APUNTES

Fasces Romanas

¿Qué es el fascismo? Existe una dificultad metodológica para definir a este ideario. Si nos remitimos a su definición “exacta” o etimológica, esta surge del uso de las fasces romanas en el gobierno dictatorial de Mussolini, (varas atadas en torno a un hacha que son primordialmente un símbolo de poder. El escudo del Ecuador tiene estas mismas fasces.) razón por la cual se acuña el término fascista, dando cuenta de este gobierno en particular.

Por esta razón, hay muchos que dicen que el fascismo fue “únicamente eso”, y que ahora es un concepto extemporáneo que nada tiene que hacer con los tiempos presentes, y hasta “nos mandan” a leer la doctrina del fascismo de Mussolini, para darnos cuenta.

Generalmente, aunque no siempre, este tipo de comentarios surgen de los revisionistas históricos, en su sentido más peyorativo, quienes se dedican abiertamente a la reinterpretación de hechos históricos con una intencionalidad política, es decir, son manipuladores políticos de la historia. Estos comentarios también provienen de quienes tienen una clara obsesión con las doctrinas o los purismos ideológicos.

Nosotras/os no creemos en estos planteamientos doctrinarios porque la historia no es solo narración del pasado, sino que la misma enunciación de ese pasado lo coloca en una intencionalidad en el presente. Por lo mismo, sabemos que la historia, como narración, depende de quién la cuenta: así, contada desde los opresores (que siempre han sido minoría) no va a ser la misma que aquella contada desde las grandes masas de oprimidos.

Por esta y otras razones, no vamos a caer en el terreno estéril de la correspondencia histórica absoluta, que quiere aparecer como neutral o científica, cuando claramente no lo es.

Abogamos por un ejercicio crítico sobre la historia, mediante el cual, es posible mirar las experiencias históricas fascistas y realizar abstracciones para hallar rasgos comunes, bajo la luz de los cuales se develan fácilmente las características fascistoides, que no son ni de cerca obsoletas, sino que están más vigentes que nunca.

Al evitar el reduccionismo de lo fascista a su jaula histórica surgen varias características, que atraviesan los tiempos históricos, y que nos permiten ver la actualidad de rasgos fascistoides en la sociedad.

Las experiencias fascistas siempre se han caracterizado por:

  • La defensa de la tradición, y el intento de construcción de una identidad en torno a ella. Aquí prima la nostalgia por un pasado nunca vivido en carne propia, pero que consideran mejor al tiempo presente. Por lo mismo subyace una incapacidad de dialogar con lo nuevo o con otros proyectos políticos, porque simplemente se quiere restaurar un estado anterior de cosas, es decir, el supuesto proyecto político de futuro se limita a entelequias en torno a la identidad o a la pureza de las formas, porque se considera que fueron mejor en el pasado y que ahora están pervertidas.
  • La defensa de las élites económicas y su aspiración a formar parte de ellas, lo cual demuestra claramente la defensa de los privilegios (entendiendo que los privilegios, justamente son tal, en tanto hay mayorías que jamás podrán acceder a ellos). En este tipo de argumento generalmente se niega la desigualdad producto de la explotación de unos sobre otros, existen aspiraciones de ascenso en la escala social, lo que coloquialmente conocemos como “arribismo” y las apariencias que este conlleva.
  • La lucha darwiniana por la dominación, es decir, recordando el precepto de Darwin de “la supervivencia del más apto”, incurren al menos en tres falacias: primero, se piensa la supervivencia de manera individual, ignorando que la individualidad del ser humano depende del colectivo; segundo, se equipara la supervivencia dentro del medio humano social a la del medio animal natural, ignorando que el más apto dentro del género humano, no se constituye así por características intrínsecas o biológicas, sino principalmente por el peso de privilegios acumulados que dependen de la clase social y de la familia en la que se nace; y tercero, un miedo o incapacidad para pensar la cooperación colectiva, ya que utilizan el argumento del darwinismo social para normalizar y sostener la individualización y la desigualdad. Ejemplo: El pobre es pobre porque quiere o porque no se esfuerza y es problema de él.Uno podría pensar que las agrupaciones políticas fascistas son un esfuerzo colectivo, porque es un grupo de gente con ideas comunes. Pues hay que decir que son un espejismo de colectividad, porque no existe un proyecto político o social de fondo concreto en el que se pueda gestar una construcción colectiva, más bien se trata de un cúmulo de individuos aislados que se juntan en base a una necesidad identitaria, en donde generalmente el único factor de cohesión es la construcción de un enemigo común.
  • Siempre están aterrados por el declive y la humillación (es decir, creen que se debe perpetuar un orden inalterable de cosas en donde nunca deberían cambiar las formas políticas, o los preceptos morales establecidos). En ese sentido, se los puede encontrar defendiendo la nación eterna, la patria, que el género no cambia, o que hay que recuperar el orden y tener una sociedad impoluta mediante regímenes totalitarios. Es decir, subyace un terror al cambio y al aparecimiento de lo diferente, una incapacidad de mirar al otro diferente, lo cual se compensa con muestras grotescas de fuerza, de virilidad, de energía o de supuesta pureza. Y esta incapacidad de convivir con lo diverso, hace que opten por un pensamiento cada vez más simplificado de blanco o negro.

Habiendo observado estas características de las experiencias históricas del fascismo no resulta sorprendente ni exagerado ver rasgos fascistoides en grupos que pudieran parecer diferentes en lo ideológico, como entre un defensor del Estado-nación o un nostálgico de la monarquía, porque lo que tienen en común es mucho más profundo: ambos defienden a capa y espada un proyecto de sociedad y de individuo correspondiente con la civilización occidental como única alternativa.

Además, también convergen en la defensa de un sistema político- económico desigual, que privilegie a unos pocos y deje en la miseria a muchos: en donde haya ricos y pobres o bien señores y siervos, como en el feudalismo. La intencionalidad detrás es clara, aunque no siempre manifiesta: la defensa de los privilegios de los que gozan actualmente, aquellos que el sistema capitalista les ha otorgado.

Con esta base conceptual es que podemos ver el resurgimiento de estas características fascistas en todos los ámbitos de la vida social.

  • En la economía: premisas exacerbadas del liberalismo económico, donde la supremacía del poder del mercado y la falacia de la mano invisible, conllevan a una mayor acumulación por parte de unos pocos a costa del despojo de muchos. En esta defensa acérrima del capitalismo desigual, se ve claramente este simplismo de pensamiento binarista del enemigo común, porque todo aquello que lucha contra las opresiones del capitalismo puede caber dentro del abominable fantasma del comunismo: la resistencia indígena es comunista, los feminismos son comunistas, los colectivos LGBTIQ son comunistas, la salud pública y universal es comunista.
  • En lo político: Estados cada vez más militarizados para “recuperar el orden” o donde surgen más instrumentos para control y represión. Aquí, la simplificación del discurso puede englobar lo que le convenga como subversivo o terrorista.Pero no únicamente se trata del poder de matar, sino también del poder de dejar morir, que es lo que se conoce como Necropolítica, es decir, políticas que deciden que vidas tienen valor y que vidas no lo tienen, en base a intereses mercantiles. Entonces, la vida del empresario le importa al sistema porque produce y consume y la vida del migrante ilegal no le interesa porque no es rentable, por lo cual de manera intencional se deja desatendidos a estos sectores de la sociedad, de cuyas vidas el Estado capitalista puede prescindir, condenándolos al hambre y a la muerte.Lo que decimos es que en el campo de lo político la fascistización se expresa en esta violencia directa como el militarismo, pero también en una violencia discreta que aspira a eliminar a sectores amplios que son los más empobrecidos.
  • En lo social: cada vez mayor individualización del sujeto, debilitamiento de los tejidos sociales que llevan a mayores niveles de competencia, que son las que acentúan este darwinismo social antes mencionado. Esto hace que no exista una identificación con el otro, sobre todo el otro pobre, sino que incluso se instaura la “aporofobia”, es decir, el rechazo y desprecio por la pobreza, porque se la considera muy lejana y distinta. Cuando en realidad entre uno y otro hay más similitudes de las esperadas, porque si aquel que se cree individuo de clase media, de pronto se queda sin trabajo y le embargan los bienes, no va a ser tan distinto a ese que desprecia por ser pobre.Esta ilusoria distancia entre uno y otro, es decir, la falta de identificación dentro de una misma clase social de explotados por el sistema, saca a relucir el policía o fascista interno, que ve al migrante o al ladrón como el enemigo y se cree con autoridad para generar violencia por mano propia. Existe además esta intención de querer subir en la pirámide social. El método de simplificar el discurso al que apelan mucho los fascistas, sirve para explotar la efervescencia de las masas.
  • En lo cultural: rechazo y persecución de todo aquello que no cumple con la norma, con el prototipo del sujeto de la dominación: hombre-heterosexual-blanco-citadino. Las expresiones que tomen fuerza por fuera de esto serán perseguidas e incluso tratarán de eliminarlas. Esto no se ve solo en la «cacería nazi» a las diversidades sexuales, sino que también tiene expresiones más sutiles, por ejemplo, el neologismo simplista de “lo progre” para poder meter en un mismo saco a todo lo que aparezca como transgresor de la norma y así poder atacarlo. Esto, no permite construir nuevas formas de convivencia social, sino que busca perpetuar un patrón tradicional que ya no se ajusta a las expresiones culturales actuales.

Sería sencillo encasillar al antifascismo en una mera lucha de contrarios, poniendo como adversario a la retrograda imagen de «nazi – fascista». Ese es el imaginario que intenta imponer el capitalismo y su aplastante maquinaria de propaganda, levantamos estos debates y apuntes que pretenden ser un primer acercamiento sobre lo que implica el fascismo en la sociedad actual.

Continuaremos con estas reflexiones en siguientes artículos.

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