Arditi del Popolo : Los primeros antifascistas militantes

A lo largo de la historia, diferentes grupos han enfrentado al fascismo, también de maneras diversas. Entre estos, Arditi del Popolo son digno ejemplo de organización que trascendieron en la izquierda italiana y el movimiento antifascista internacional.

Arditi del Popolo o por su traducción literal “Escuadrones del Pueblo” fue la primera organización en autodefinirse como antifascista militante. Su símbolo era una calavera con un puñal entre los dientes, rodeada en una corona de laurel sobre un fondo negro. Fue fundada por excombatientes de la Primera Guerra Mundial, pertenecientes a la división Arditi (de donde tomó el nombre la organización).

Dall nulla sorgemo – De la nada surgimos

Nace en 1921 fruto de una coalición de socialistas, comunistas, anarquistas e incluso republicanos, bajo un claro principio de frenar el avance del fascismo, pues entendían que la lucha ya no iba a ser en la clandestinidad, como en 1919, cuando los simpatizantes del fascismo italiano llegaban apenas a unos cuantos cientos miembros. Para ese año, de manera directa o indirecta sumaban aproximadamente 250 000 partidarios del fascismo.

Se definen como antifascistas en una agitada coyuntura política, marcada por la inestabilidad de la posguerra, una de las principales causas por las que la retórica fascista atrajo a varios sectores, tanto de la élite como de las clases sociales bajas. Los primeros antifascistas Arditi del Popolo declararon la guerra directa contra el Partido Nacional Fascista, que ascendió al poder en 1921 con Benito Mussolini al frente.

Se organizaron de manera miliciana y descentralizada, debido a que muchos de sus primeros miembros eran exsoldados, punto que les favoreció para el ingreso de nuevos miembros que, en su mejor momento serían 20.000, provenientes de otros espacios que iban desde simpatizantes del bienio rojo -sin afiliación a una organización política- hasta militantes de organizaciones de gran alcance, como el Partido Socialista Italiano (PSI) y el Partido Comunista Italiano (PCI).

Camisas Negras junto a Mussolini

Tomaron acciones de vigilancia y defensa de barrios, negocios y sindicatos obreros ante las invasiones de las camisas negras de Mussolini, que era escuadrones entrenados y armados para cazar a cualquier opositor del régimen, específicamente a aquellos simpatizantes de la izquierda en cualquiera de sus formas.

En una operación de los camisas negras, que consistía en quemar locales sindicales, hubo un fuerte choque como respuesta por parte de los Arditi del Popolo, que dio como resultado la muerte de 20 fascistas, acontecimiento que llegaría a oídos de Mussolini, quien autorizó una mayor financiación para armamento de los camisas negras.

Durante 1921 y 1922 hubo continuos enfrentamientos entre los primeros antifascistas y el régimen de Mussolini. El Rey de Italia, Víctor Manuel III otorgaría el máximo poder a Mussolini, lo que provocó una fuerte persecución contra todas las organizaciones de tendencia de izquierda. El PSI firmó un pacto de no violencia con el régimen para evitar la persecución política y el PCI ordenó a sus militantes que se retiren de las filas de los Arditi del Popolo al considerar que la asociación de comunistas con anarquistas y republicanos era una contradicción.

Por otro lado, el trabajo de acción de los Arditi del Popolo fue elogiado por grandes revolucionarios de la época como Lenin, Malatesta e incluso Antonio Gramsci que trabajó como escritor y dirigente para el PSI y fue uno de los fundadores del PCI.

Los años pasaron y los Arditi del Popolo nunca bajaron la guardia y, a pesar de sufrir considerables bajas, no abandonaron la pelea contra los fascistas, sus golpes, la mayoría de veces, consistían en emboscar a los camisas negras y asesinar a los líderes de los escuadrones. Pero fue en el año de 1926 en el que tenían planeado un gran golpe contra el régimen, con el único objetivo asesinar a Mussolini. El disparo que iba dirigido a la cabeza de Mussolini falló y ante aquel atentado, se vio aterrorizado por el gran salto táctico en las acciones del Arditi del Popolo, acontecimiento que provocaría la autorización del despliegue de 40.000 camisas negras para acabar con el movimiento de los Arditi.

Barricada levantada por la Arditi del Popolo

En ese año, 1926, muchas organizaciones de izquierda fueron perseguidas y desmanteladas, incluyendo a los Arditi del Popolo. Muchos de sus miembros fueron enjuiciados y arrestados, otros fueron asesinados, sin embargo, algunos que lograron abandonar Italia se movilzaron hacia España para apoyar a los Republicanos en la Guerra Civil española contra el fascista Francisco Franco. Otros cuantos ex Arditi se ocultarían para posteriormente ayudar en la agrupación de los Partisanos, que serían la siguiente generación de antifascistas militantes en el territorio italiano en la Segunda Guerra Mundial.

Los Arditi del Popolo se convirtieron en ejemplo de lucha para los movimientos antifascistas venideros de Italia y del todo el mundo. Fueron y serán ejemplo de convicciones firmes, levantando la bandera antifascista junto al movimiento proletario. Mostraron que únicamente con la lucha organizada y militante se puede acertar golpes al enemigo del pueblo.

Han pasado casi 100 años y se recuerda a los Arditi del Popolo por su valentía y espíritu inquebrantable, palabras que pueden ser justificadas con sus acciones al dar resistencia armada contra uno de los dictadores mas sangrientos que ha visto la historia moderna.

Hoy como ayer los y las antifascistas asumimos el compromiso, nos aventuramos a la nada fácil tarea de organizarnos en la ofensiva. No solo luchamos contra ese enemigo inmediato (el fascismo) sino que, al mismo tiempo, nos posicionamos desde una lucha abierta y frontal contra el capitalismo; fortaleciendo organizaciones estudiantiles, juveniles, obreras y populares para construir una nueva sociedad sin clases sociales, ni propiedad privada sobre los medios de producción.

 Antifascistas militantes como la Arditi del Popolo

Hermosos como ángeles, audaces como leones, fuertes como gigantes […], los bolsillos repletos de bombas y en el cinturón un puñal. Iban al asalto entre gritos de cantos y seguían una bandera negra en cuya tela estaba bordada una calavera de plata. […] Llevaron a todos lados la muerte y la masacre. […] Eran los caballeros de la muerte.

– Giudici, ex arditi

Antifascistas: tareas y objetivos

                                                                                                                                           por: Colectivos Antifascistas (Chile)

Dentro de la categoría «antifascista» existe una heterogeneidad de posturas que muchas veces resultan antagónicas entre sí, pero que convergen en un determinado momento bajo la idea del «enemigo común».

En este momento de convergencia se tiende a operar sobre la marcha para dar respuesta coyuntural más que sobre un línea estratégica determinada, es decir, de un proyecto político determinado de sociedad.

Para algunos «antifascistas» más cercanos a las lógicas «antinazis», el capitalismo no resulta un problema central y de fondo, y optan por defender la democracia burguesa en una versión más amigable y dentro de los margenes establecidos por el modo de producción capitalista.

Aquí (en el anti-nazismo) los proyectos de la socialdemocracia operan con fuerza y tienen a confundir a más de uno, pues es hábil (la socialdemocracia) en trazar los objetivos inmediatos del «enemigo común» sin hacer o posponer la lucha de hoy con una conexión con los objetivos estratégicos (construir una nueva sociedad).

Independientemente de que la acción puede ser o no más violenta contra el fascismo (cosa que a varios nubla) el anti-nazismo de la socialdemocracia ha demostrado ser servil a procesos políticos que una vez en el poder han derivado en una brutal represión hacia el movimiento popular y revolucionario en beneficio del capitalismo, de esto en el mundo existe innumerables ejemplos, por eso no debemos confundirnos, ese «antinazismo» socialdemócrata resulta ser un arma de doble filo en la lucha por el desarrollo de la revolución popular y proletaria.

Por otra parte, existe un antifascismo que tiene sus raíces históricas en los grupos de defensa proletaria o milicias obreras, las que no solo luchaban contra ese enemigo inmediato (el fascismo) sino que también y al mismo tiempo se posicionaba desde una lucha abierta y frontal contra el capitalismo así como por el fortalecimiento de las organizaciones obreras y populares para construir un nuevo modo de producción, es decir de una sociedad sin clases sociales, ni propiedad privada sobre los medios de producción.

Este antifascismo militante y proletario es el que desde los Colectivos Antifascistas venimos impulsando hace ya un par de años pues consideramos que la lucha antifascista sin una lucha anticapitalista es solo servilismo a las formas amigables de la explotación de la burguesía.

Por tanto, el quehacer de este antifascismo está íntimamente ligado a los objetivos inmediatos y estratégicos del movimiento popular y revolucionario.

Sin embargo, hay que considerar que el antifascismo tiene además sus propios objetivos, esto debido a que muchas de las acciones antifascistas están atravesadas por la autodefensa y el enfrentamiento directo, desde ahí para nosotros se desprenden algunos objetivos a desarrollar no solo por nuestro espacio sino que los instalamos para la discusión y trabajo autónomo o en coordinación con los diversos colectivos, grupos e individualidades que se posicionan y luchan desde el antifascismo militante y proletario.

Tareas y objetivos:

1) El desarrollo y expansión de la propaganda.
2) El ejército y la preparación física, mental y espiritual.
3) La participación en asambleas territoriales y diversas formar de organización social y popular.
4) La formación y el debate político histórico, coyuntural, táctico y estratégico para el hacer concreto y no para la academia pseudo-intelectual de guerrilleros de redes sociales y bares.
5) La Coordinación Antifascista, autónoma a cualquier partido político conciliador con el Estado Capitalista Chileno por más verborrea radicalizante pueda tener.
6) Capacidad de respuesta inmediata.

Planteamos estas tareas y objetivos de manera urgente y a considerar por todo el espectro antifascista.

Nos basamos en un análisis de la situación y sobre ciertos escenarios en cuanto a enfrentamiento callejero u otros que visualizamos para el corto y mediano plazo.

Los diversos ataques y acciones de grupos fascistas de viejo y nuevo tipo del último tiempo (a las cuales hemos seguido muy de cerca) nos llevan a inferir una avanzada que promovida y en complicidad con algunos sectores de la derecha más rancia, de uniformados activos y en retiro intentarán provocar escenarios, así como intimidar a diversas formas de expresión del movimiento popular, frente a esas intenciones y ataques solo existe una respuesta posible: la coordinación antifascista y la lucha revolucionaria, no hay más.

Este es nuestro llamado, que lo reciban y desarrollen quienes estén dispuestos a luchar por su pueblo y clase con toda la determinación, alegría y combatividad que se necesita para alcanzar la victoria.

¡Contra el fascismo y el capital!
¡Por el comunismo y la anarquía!
¡Solo luchando avanzamos!
Colectivos Antifascistas

Redes de Colectivos Antifascistas: https://www.instagram.com/colectivos_antifascistas2/

«El feminismo punitivista puede hacer caer por tierra una gran cantidad de conquistas»

Las mujeres ya no nos callamos más. Contra el acoso, la violencia y la justicia patriarcal, el escrache, ya sea anónimo o con nombre y apellido, se posicionó como un dispositivo para alertar de posibles violentos, pero también como una búsqueda de ajusticiamiento mediante la condena social. A través de este método, que virtualmente está en manos de todos y todas, hemos visto caer desde ídolos rockeros hasta actores, docentes prestigiosos, cuadros políticos de organizaciones y partidos, todo tipo de “ciudadanos de a pie”. Sin embargo, dispara interrogantes que todavía no parecen saldados: ¿Podemos ponerlo en duda? ¿Puede el punitivismo, frente a la impunidad, ser una forma de “justicia popular”?.

La cuarta edición del Encuentro Latinoamericano de Feminismos, donde la antropóloga Rita Segato junto la periodista  Lucía García Itzigsohn, entre otras invitadas, abordaron cuestiones como la búsqueda de una reparación, el significado de la memoria, y repasaron la historia del escrache como método de lucha; sin embargo, la charla terminó con más interrogantes que respuestas.

Itzigsohn, que contó su experiencia como hija de detenidos desaparecidos, sostuvo que estas acciones surgieron “como una instancia de justicia en acto, perfomática”. “Hoy estoy en otra posición, la vía institucional es importante porque inscribe las cosas en otro nivel”, señala, y recuerda: “Nosotros hacíamos una investigación copiada de las Abuelas. Íbamos a las casas y hacíamos guardia, trabajábamos con los vecinos, les contábamos que íbamos a marcar ese domicilio”, previo al momento de la icónica bombita roja. “Era un momento festivo”, con murga incluida: “Bailábamos, porque podíamos transformar la impunidad en algo que poníamos en la discusión social. Era una catarsis colectiva”.

Si hay o no reparación, Itzigsohn define que la violencia es justamente “lo irreparable”; sin embargo, poder sanar colectivamente y vivir desde el cuerpo que lo que le había pasado a ella también lo atravesaron otros, le permitió “una línea de fuga del lugar de víctima”.

Para la antropóloga Rita Segato, el “bien colateral” de la dictadura fue justamente eso: escenas como la de los escraches, que promocionaron el debate para desarrollar así una inteligencia social “más sofisticada”, que permitió “salir de los lugares comunes”, y promovió que las mujeres profundicen “una nueva forma de hacer política”, que reafirma: “Surgió con las Madres”. Por eso, para ella, los homicidios de Berta Cáceres y de Azucena Villaflor fueron femicidios; aunque muchos hombres fueron asesinados por las mismas causas, señala que la diferencia radica en que lo que se quería matar “era un estilo de hacer política, una politicidad propia de las mujeres”.

Sin embargo, menciona que estos métodos usados en el período de post-dictadura “nunca fueron un linchamiento”, sino el fruto de “un convenio colectivo a través del cual concluyeron que había que llegar a un castigo”: aunque no hubo una instancia judicial, sí hubo una de “juicio justo”. Por eso reconoce que “desde el feminismo podría haber una instancia de juicio justo”, -en vez de las escraches como se los conoce ahora, -“como una asamblea, para que la situación no sea un linchamiento sin sumario”. “Si defendemos el derecho al proceso de justicia, nuestro movimiento no puede proceder de esa forma que ha condenado”.

Para ella, la impunidad radica en que ahora es exhibida como un show, como en el caso de Lucía Pérez, donde se le dijo a la gente que “el mundo tiene dueños”, y que ellos “no van a ceder ante ningún pedido de la sociedad”: hay un “mensaje de la dueñidad”, donde lo que queda en claro es que “la institucionalidad” es una ficción.

“Entonces, ¿qué es lo contrario a la impunidad? ¿El punitivismo?”, se pregunta Rita. Sabiendo que estaba entrando en un terreno complicado, invitó a salir “de los binomios más partidos, como el abolicionismo o el regulacionismo, que simplifican la realidad”. Y agregó: “No quiero un feminismo del enemigo, porque la política del enemigo es lo que construye el fascismo. Para hacer política, tenemos que ser mayores que eso”. “Antes de ser feminista soy pluralista, quiero un mundo sin hegemonía. Lo no negociable es el aborto y la lucha contra los monopolios que consideran que hay una única forma del bien, de la justicia, de la verdad: eso es mi antagonista”, describió. Para la investigadora, “el feminismo punitivista puede hacer caer por tierra una gran cantidad de conquistas”, es “un mal sobre el que tenemos que reflexionar más”, y recuerda la violencia que se vive en las prisiones: “¿Puede un estado con las cárceles que tiene hacer justicia? Esa no puede ser la justicia; ser justo con una mano y ser cruel con la otra”.

Profundizando este concepto, la antropóloga expuso que hay que tener “cuidado con las formas que aprendimos de hacer justicia” desde lo punitivo, que están ligadas a la lógica patriarcal. El desarrollo del feminismo, recalca, no puede “pasar por la repetición de los modelos masculinos”. Frente a eso, sabe que la respuesta no es fácil: “No hay una solución simple, pero es necesario pensar más y estar en un proceso constante. Cuando el proceso se cierra, es decir, cuando la vida se cierra, se llega a lo inerte”, en cambio, “la política en clave femenina es otra cosa, es movimiento”.

Además, señaló que “la única forma de reparar las subjetividades dañadas de la víctima y el agresor es la política, porque la política es colectivizarte y vincular”, propuso Segato. “Cuando salimos de la subjetividad podemos ver un daño colectivo”, y eso no puede curarse “si no se ve el sufrimiento en el otro”. Por eso, considera clave el proceso de debate y búsqueda de justicia: “Fuimos capturadas por la idea mercantil de la justicia institucional como producto y eso hay que deshacerlo. Perseguimos la sentencia como una cosa, y no nos dimos cuenta que la gran cosa es el proceso de ampliación del debate”.

¿Por qué le decimos NO AL TLC?

El gobierno ecuatoriano pretende suscribir un Tratado de Libre Comercio, por sus siglas TLC, con Estados Unidos el día martes 8 de diciembre de 2020.

¿Qué significa para nosotrxs esto?

Este acuerdo comercial se caracteriza por ser desigual e injusto: busca poner a los sectores productivos ecuatorianos a competir con grandes empresas transnacionales, que reciben enormes subsidios del gobierno norteamericano y que controlan el mercado.

Uno de los sectores que más se verán afectados es el agrario, sobretodo los pequeños y medianos productores del Ecuador, quienes desde hace décadas viven el empobrecimiento general que produce el sistema y la falta de políticas para el campesinado, situación que se ha agravado durante la pandemia.

Con la firma del TLC, el gobierno ecuatoriano permitirá el ingreso de toneladas de productos estadounidenses sin aranceles, que quebrarán la producción del campesinado porque pondrán a competir a los pequeños productores, quienes no pueden superar las cantidades ofrecidas por países con mayor desarrollo NO TLCindustrial en el agro.

Con la llegada de grandes cantidades de productos importados, los precios bajarán relativamente. Esto parece beneficioso porque “podemos comprar las cosas más baratas”, pero a la larga implica que muchos campesinos que ya se encuentran en crisis, porque sus productos agrícolas no tienen subsidios y porque no controlan el precio del mercado; no puedan pagar sus deudas y con ello, se vean obligados a vender sus tierras, migrar y a quedarse en la miseria.

Según un informe de la FAO, el 70% de los productos que consumimos provienen de la agricultura familiar campesina, la intención de los capitalistas (agro negocios, agroindustria y demás grupos económicos) es que nosotrxs cambiemos la manera en que nos alimentamos, comprando a las transnacionales en los supermercados, productos llenos de químicos y transgénicos, sin tener conexión con quienes producen esos alimentos.

Te has preguntado ¿de dónde viene lo que comes? O ¿si lo que comes te nutre? Pareciera no importar mientras te llene la barriga, pero la verdad es que al firmar un TLC estamos condenando nuestro futuro alimentario y el de quienes vendrán después de nosotrxs, firmar un TLC es sentenciar a millones de familias campesinas a la miseria, a sacrificar tierras comunitarias y a la muerte.

Lo que le pasará al campo ecuatoriano, ocurrirá con todos los sectores productivos del país (textil, pesquera, artesanal, cultural, etc.). La firma del TLC con una potencia como Estados Unidos, implica peores condiciones para lxs trabajadorxs. Son las empresas transnacionales quienes subordinarán nuestros derechos laborales, sociales y culturales a sus intereses y ganancias. Sobre estas empresas no rigen nuestras leyes, ni la Constitución que tenemos. Podrán hacer lo que quieran y no tendremos ninguna forma de justicia social, estaremos atados de brazos y piernas al mercado internacional gringo.

Rechazamos a empresarios tanto nacionales como internacionales por su tradicional explotación contra la clase trabajadora. Nuestra apuesta es por un pueblo libre con capacidad de autodeterminarse sin intervencionismo imperialista.

Por eso con la misma fuerza del 2006, en el 2021, le decimos NO AL TLC.

ACCIÓN ANTIFASCISTA ECUADOR

LA FASCISTIZACIÓN DE LA SOCIEDAD: DEBATES Y APUNTES

Fasces Romanas

¿Qué es el fascismo? Existe una dificultad metodológica para definir a este ideario. Si nos remitimos a su definición “exacta” o etimológica, esta surge del uso de las fasces romanas en el gobierno dictatorial de Mussolini, (varas atadas en torno a un hacha que son primordialmente un símbolo de poder. El escudo del Ecuador tiene estas mismas fasces.) razón por la cual se acuña el término fascista, dando cuenta de este gobierno en particular.

Por esta razón, hay muchos que dicen que el fascismo fue “únicamente eso”, y que ahora es un concepto extemporáneo que nada tiene que hacer con los tiempos presentes, y hasta “nos mandan” a leer la doctrina del fascismo de Mussolini, para darnos cuenta.

Generalmente, aunque no siempre, este tipo de comentarios surgen de los revisionistas históricos, en su sentido más peyorativo, quienes se dedican abiertamente a la reinterpretación de hechos históricos con una intencionalidad política, es decir, son manipuladores políticos de la historia. Estos comentarios también provienen de quienes tienen una clara obsesión con las doctrinas o los purismos ideológicos.

Nosotras/os no creemos en estos planteamientos doctrinarios porque la historia no es solo narración del pasado, sino que la misma enunciación de ese pasado lo coloca en una intencionalidad en el presente. Por lo mismo, sabemos que la historia, como narración, depende de quién la cuenta: así, contada desde los opresores (que siempre han sido minoría) no va a ser la misma que aquella contada desde las grandes masas de oprimidos.

Por esta y otras razones, no vamos a caer en el terreno estéril de la correspondencia histórica absoluta, que quiere aparecer como neutral o científica, cuando claramente no lo es.

Abogamos por un ejercicio crítico sobre la historia, mediante el cual, es posible mirar las experiencias históricas fascistas y realizar abstracciones para hallar rasgos comunes, bajo la luz de los cuales se develan fácilmente las características fascistoides, que no son ni de cerca obsoletas, sino que están más vigentes que nunca.

Al evitar el reduccionismo de lo fascista a su jaula histórica surgen varias características, que atraviesan los tiempos históricos, y que nos permiten ver la actualidad de rasgos fascistoides en la sociedad.

Las experiencias fascistas siempre se han caracterizado por:

  • La defensa de la tradición, y el intento de construcción de una identidad en torno a ella. Aquí prima la nostalgia por un pasado nunca vivido en carne propia, pero que consideran mejor al tiempo presente. Por lo mismo subyace una incapacidad de dialogar con lo nuevo o con otros proyectos políticos, porque simplemente se quiere restaurar un estado anterior de cosas, es decir, el supuesto proyecto político de futuro se limita a entelequias en torno a la identidad o a la pureza de las formas, porque se considera que fueron mejor en el pasado y que ahora están pervertidas.
  • La defensa de las élites económicas y su aspiración a formar parte de ellas, lo cual demuestra claramente la defensa de los privilegios (entendiendo que los privilegios, justamente son tal, en tanto hay mayorías que jamás podrán acceder a ellos). En este tipo de argumento generalmente se niega la desigualdad producto de la explotación de unos sobre otros, existen aspiraciones de ascenso en la escala social, lo que coloquialmente conocemos como “arribismo” y las apariencias que este conlleva.
  • La lucha darwiniana por la dominación, es decir, recordando el precepto de Darwin de “la supervivencia del más apto”, incurren al menos en tres falacias: primero, se piensa la supervivencia de manera individual, ignorando que la individualidad del ser humano depende del colectivo; segundo, se equipara la supervivencia dentro del medio humano social a la del medio animal natural, ignorando que el más apto dentro del género humano, no se constituye así por características intrínsecas o biológicas, sino principalmente por el peso de privilegios acumulados que dependen de la clase social y de la familia en la que se nace; y tercero, un miedo o incapacidad para pensar la cooperación colectiva, ya que utilizan el argumento del darwinismo social para normalizar y sostener la individualización y la desigualdad. Ejemplo: El pobre es pobre porque quiere o porque no se esfuerza y es problema de él.Uno podría pensar que las agrupaciones políticas fascistas son un esfuerzo colectivo, porque es un grupo de gente con ideas comunes. Pues hay que decir que son un espejismo de colectividad, porque no existe un proyecto político o social de fondo concreto en el que se pueda gestar una construcción colectiva, más bien se trata de un cúmulo de individuos aislados que se juntan en base a una necesidad identitaria, en donde generalmente el único factor de cohesión es la construcción de un enemigo común.
  • Siempre están aterrados por el declive y la humillación (es decir, creen que se debe perpetuar un orden inalterable de cosas en donde nunca deberían cambiar las formas políticas, o los preceptos morales establecidos). En ese sentido, se los puede encontrar defendiendo la nación eterna, la patria, que el género no cambia, o que hay que recuperar el orden y tener una sociedad impoluta mediante regímenes totalitarios. Es decir, subyace un terror al cambio y al aparecimiento de lo diferente, una incapacidad de mirar al otro diferente, lo cual se compensa con muestras grotescas de fuerza, de virilidad, de energía o de supuesta pureza. Y esta incapacidad de convivir con lo diverso, hace que opten por un pensamiento cada vez más simplificado de blanco o negro.

Habiendo observado estas características de las experiencias históricas del fascismo no resulta sorprendente ni exagerado ver rasgos fascistoides en grupos que pudieran parecer diferentes en lo ideológico, como entre un defensor del Estado-nación o un nostálgico de la monarquía, porque lo que tienen en común es mucho más profundo: ambos defienden a capa y espada un proyecto de sociedad y de individuo correspondiente con la civilización occidental como única alternativa.

Además, también convergen en la defensa de un sistema político- económico desigual, que privilegie a unos pocos y deje en la miseria a muchos: en donde haya ricos y pobres o bien señores y siervos, como en el feudalismo. La intencionalidad detrás es clara, aunque no siempre manifiesta: la defensa de los privilegios de los que gozan actualmente, aquellos que el sistema capitalista les ha otorgado.

Con esta base conceptual es que podemos ver el resurgimiento de estas características fascistas en todos los ámbitos de la vida social.

  • En la economía: premisas exacerbadas del liberalismo económico, donde la supremacía del poder del mercado y la falacia de la mano invisible, conllevan a una mayor acumulación por parte de unos pocos a costa del despojo de muchos. En esta defensa acérrima del capitalismo desigual, se ve claramente este simplismo de pensamiento binarista del enemigo común, porque todo aquello que lucha contra las opresiones del capitalismo puede caber dentro del abominable fantasma del comunismo: la resistencia indígena es comunista, los feminismos son comunistas, los colectivos LGBTIQ son comunistas, la salud pública y universal es comunista.
  • En lo político: Estados cada vez más militarizados para “recuperar el orden” o donde surgen más instrumentos para control y represión. Aquí, la simplificación del discurso puede englobar lo que le convenga como subversivo o terrorista.Pero no únicamente se trata del poder de matar, sino también del poder de dejar morir, que es lo que se conoce como Necropolítica, es decir, políticas que deciden que vidas tienen valor y que vidas no lo tienen, en base a intereses mercantiles. Entonces, la vida del empresario le importa al sistema porque produce y consume y la vida del migrante ilegal no le interesa porque no es rentable, por lo cual de manera intencional se deja desatendidos a estos sectores de la sociedad, de cuyas vidas el Estado capitalista puede prescindir, condenándolos al hambre y a la muerte.Lo que decimos es que en el campo de lo político la fascistización se expresa en esta violencia directa como el militarismo, pero también en una violencia discreta que aspira a eliminar a sectores amplios que son los más empobrecidos.
  • En lo social: cada vez mayor individualización del sujeto, debilitamiento de los tejidos sociales que llevan a mayores niveles de competencia, que son las que acentúan este darwinismo social antes mencionado. Esto hace que no exista una identificación con el otro, sobre todo el otro pobre, sino que incluso se instaura la “aporofobia”, es decir, el rechazo y desprecio por la pobreza, porque se la considera muy lejana y distinta. Cuando en realidad entre uno y otro hay más similitudes de las esperadas, porque si aquel que se cree individuo de clase media, de pronto se queda sin trabajo y le embargan los bienes, no va a ser tan distinto a ese que desprecia por ser pobre.Esta ilusoria distancia entre uno y otro, es decir, la falta de identificación dentro de una misma clase social de explotados por el sistema, saca a relucir el policía o fascista interno, que ve al migrante o al ladrón como el enemigo y se cree con autoridad para generar violencia por mano propia. Existe además esta intención de querer subir en la pirámide social. El método de simplificar el discurso al que apelan mucho los fascistas, sirve para explotar la efervescencia de las masas.
  • En lo cultural: rechazo y persecución de todo aquello que no cumple con la norma, con el prototipo del sujeto de la dominación: hombre-heterosexual-blanco-citadino. Las expresiones que tomen fuerza por fuera de esto serán perseguidas e incluso tratarán de eliminarlas. Esto no se ve solo en la «cacería nazi» a las diversidades sexuales, sino que también tiene expresiones más sutiles, por ejemplo, el neologismo simplista de “lo progre” para poder meter en un mismo saco a todo lo que aparezca como transgresor de la norma y así poder atacarlo. Esto, no permite construir nuevas formas de convivencia social, sino que busca perpetuar un patrón tradicional que ya no se ajusta a las expresiones culturales actuales.

Sería sencillo encasillar al antifascismo en una mera lucha de contrarios, poniendo como adversario a la retrograda imagen de «nazi – fascista». Ese es el imaginario que intenta imponer el capitalismo y su aplastante maquinaria de propaganda, levantamos estos debates y apuntes que pretenden ser un primer acercamiento sobre lo que implica el fascismo en la sociedad actual.

Continuaremos con estas reflexiones en siguientes artículos.