[1 de Mayo de 2021] EXPLOTADOXS DEL MUNDO: ES HORA DE LUCHAR ¡ NO IMPORTA CUÁNDO LEAS ESTO !

Nuestro llamado para este 1ero de mayo es claro: Unirse a la lucha antifascista. Hoy lo hacemos de manera abierta y frontal. La pandemia, la corrupción, el oportunismo y todas las caras del capitalismo, además de la arremetida del neoliberalismo y la derecha en nuestra región, no nos deja  más opción que la lucha. 

En los últimos años hemos visto una agudización de la crisis a través de las políticas antipopulares: la precarización laboral, los recortes universitarios, las concesiones a grandes mineras transnacionales, los despidos con liquidaciones miserables, la corrupción que se llevó millones que pudieron invertirse en la salud, entre un largo etcétera, han empeorado sensiblemente la calidad de vida de las clases populares.

La pandemia evidenció que la labor campesina es absolutamente imprescindible, no solo para la economía, sino para la vida. Y, sin embargo la mayoría de riquezas generadas por el trabajo de la tierra se van a los bolsillos de los grandes monopolios. Además, el Estado reparte a grandes transnacionales nuestros territorios para megamineria a diestra y sinestra. Así, los campesinos y campesinas nos vemos perjudicadas, por el comercio injutso y también por el daño que a las grandes agroindustrias y mineras le hacen a la tierra.

La clase trabajadora ha perdido muchas de las conquistas alcanzadas a través de siglos de lucha y resistencia. Muchas de ellas explotadas telemáticamente, con una esclavitud moderna en la que no hay grilletes, sino conexión permamente a internet y a la exigencia del jefe. El panorama para la seguridad social, afiliaciones y cobertura de salud es cada vez peor. Las clases trabajadoras cada vez trabajamos más, ganamos peor y tenemos menos «beneficios» por nuestro trabajo.

La situación de las mujeres no es distinta. Siendo doble y triplemente esclavizadas, por la injusticia al recibir un salario menor que nuestros pares varones, al vernos obligadas a hacer un trabajo doméstico que no es reconocido ni compensado y al no tener autonomía ni libertad para decidir sobre nuestro cuerpo, ni para cosas tan mínimas como transitar con seguridad por el espacio público. Las compañeras que deciden luchar contra la opresión de relaciones violentas, muchas veces pierdan la vida en femicidios que son impunes ante los ojos del Estado patriarcal.

Al igual que las compañeras presas por enfrentarse a la moral burguesa, que controla las leyes, e interrumpen sus embarazos voluntariamente. Esto, sin contar con la aberrante situación de nuestras compañeras trans que se ven practicamente obligadas a ejercer el trabajo sexual, sin más oportunidades ni salidas laborales, mucho menos garantías mínimas en derechos o estabilidad.

Este Estado, enfermo de muerte por la infección del capitalismo, la codicia y la avaricia ha decidido una y otra vez ajustar nuestra condición para enriquecer más a los chulqueros de cuello blanco, que decidieron pagar millones en deuda externa en lugar de atender la crisis sanitaria. Otros que compraron pruebas PCR, mascarillas y hasta fundas para cadáveres con sobreprecio. Otras que le dieron ataúdes de cartón a nuetrxs compañerxs trabajadores. De más está mencionar la adminitración selectiva y arbitraria de vacunas a personalidaes burguesas afines al régimen.

Rememorar fechas y gestas populares históricas hoy por hoy no es una respuesta adecuada a la realidad de los pueblos. Para honrar a lxs trabajadorxs que lucharon antes que nosotrxs, la única manera es PASARSE A LA OFENSIVA POPULAR. Recordarles a la burguesía y al capital que cualquier acción o medida antipopular tendrá una respuesta. El pueblo no perdona. La lucha organizada por los derechos de la clase trabajadora es apremiante.

Estas condiciones aberrantes de vida a las que nos obliga el sistema actual, deben ser combatidas como se combate al fascsismo: sin tibiezas, sin dudas, sin una búsqueda de reconocimiento propio, sin un afán de poder. Combatimos al fascismo, al capital, al autoritarismo y al patriacado porque soñamos con un mundo nuevo, con dignidad, libertad y justicia para la clase trabajadora. Por eso, sin importar las banderas, golpeemos como un solo puño al fascismo, al capital y a la burguesía que solo nos traen hambre y miseria.

EXPLOTADOXS DEL MUNDO: ES HORA DE LUCHAR ¡NO IMPORTA CUÁNDO LEAS ESTO!

Acción Antifascista Ecuador

“La amistad era la clave de la batalla partisana”.

Por: Amador Fernández Savater

Podemos ir más allá del modelo de los partidos políticos? ¿Salir de las pretensiones de hegemonismo de las que toda organización con forma de partido está inevitablemente poseída? El historiador Valerio Romitelli encuentra en la lucha de las bandas partisanas italianas la historia inspiradora de una experimentación política alternativa. Es la tesis fundamental de su último libro, La felicidad de los partisanos y la nuestra. Organizarse en bandas(publicado en Italia por la editorial napolitana Cronopio).

Es un libro precioso, que se acerca a la historia partisana como si fuera un depósito de energía que se tratase de liberar para agitar con ella el presente. Por un lado, mediante un trabajo minucioso de desmontaje de todos los estereotipos que codifican la memoria y sepultan su energía. Por otro, enlazando la experiencia partisana con las búsquedas actuales de una política de emancipación que escape de las lógicas de centralización y representación de los partidos, que ya han mostrado suficientemente sus límites para transformar la realidad.

La felicidad de los partisanos es la felicidad de los pioneros, de los inventores, de quienes crean modos propios de reapropiarse de su destino, incluso en medio de las peores condiciones. Si queremos salir hoy de la tristeza política, es decir de la impotencia para cambiar la realidad y a nosotros mismos con herramientas obsoletas, necesitamos encontrar empuje, aliento e inspiración en otro imaginario de referencia. En una historia hecha de intensidades y no de puros signos. Aquí se inscribe la historia de los partisanos de Romitelli.

Valerio Romitelli (Bolonia, 1948) es profesor de historia de los movimientos sociales y los partidos políticos en la Universidad de Bolonia. Ha fundado el Grupo de Investigación de Etnografía del Pensamiento (GREP) que desarrolla trabajos de investigación en lugares cruciales de la sociedad como fábricas, escuelas o servicios sociales, recogiendo y dando valor a las propias palabras y pensamientos de quienes los habitan. Entre sus últimas publicaciones, señalamos Storie di politica e di potere (2004) y L’amore della politica. Pensieri, passioni e corpi nel disordine mondiale (2014). Sobre la experiencia de los partisanos italianos, ha publicado también L’odio per i partigiani. Come e perché contrastarlo, en 2008.

Memoria viva y memoria muerta

1- Lo que te pediría en primer lugar son algunas coordenadas generales de la experiencia partisana, para situar al lector español menos informado.

Valerio Romitelli. Cuando se habla de los partisanos italianos, estamos hablando de cerca de 200.000 jóvenes, en su momento de máxima expansión, que por iniciativa propia, durante unos 20 meses, entre septiembre de 1943 y abril de 1945, se constituyeron en bandas armadas (más o menos coordinadas pero también con fracturas entre ellas, o bien aisladas) con el objetivo de combatir al ocupante nazi y a los colaboracionistas de la República de Salò.

Fue un fenómeno que afectó sobre todo al norte y al centro-norte de Italia, en la medida en que a partir del verano del 43 los aliados angloamericanos, después de desembarcar en Sicilia, comenzaron a ascender por la península, si bien de una forma tan discontinua y dificultosa que Roma, por ejemplo, sólo fue liberada en la primavera del año siguiente. Todo terminará alrededor del 25 de abril de 1945, con la victoria política de los partisanos, que lograron salvar la imagen de Italia, antes fascista, ante los ojos del mundo.

Sin embargo, los partisanos serán derrotados en el proceso de reconstrucción del nuevo Estado republicano, que los excluirá de la vida pública. La construcción de la República, que sucedió a una monarquía que se había comprometido con el fascismo, será de hecho gestionada por los pactos entre los nuevos partidos y las superpotencias vencedoras, todos de acuerdo en asignar al Vaticano una importancia que nunca había tenido en la historia de nuestro país.

2- Lo primero que sorprende al leer tu libro es descubrir la cantidad de estereotipos que conforman nuestra imagen de la experiencia partisana: ni se autodenominaba “resistencia”, ni era un fenómeno puramente militar y ¡ni siquiera tenía como himno la famosa Bella Ciao! Te quería preguntar qué tipo de percepción fabrican estos estereotipos de la experiencia partisana, a qué relatos obedecen, de dónde vienen.

Valerio Romitelli.  Los partisanos italianos nacen en el vacío de poder abierto tras el 8 de septiembre de 1943, cuando se disuelve el gobierno Badoglio, que trataba de firmar un armisticio con los aliados, y se constituye el régimen colaboracionista de la República de Salò, con Mussolini al frente pero bajo el control absoluto de los nazis. Los partisanos no tenían, pues, nada que defender y lo tenían todo por reinventar.

Si se estudian las “fuentes de abajo” (periódicos, manifiestos, diarios, cartas, etc.), vemos muy claramente que no emplearon nunca la palabra “resistencia”, a no ser que fuera para aludir a una simple táctica bélica. Los partisanos se definían más bien como “rebeldes”, “revolucionarios” y, sí, también como “patriotas”, pero en un sentido totalmente nuevo, radicalmente antifascista, contra el resurgir de cualquier residuo del fascismo. Y el reclamo a la patria implicaba también no esperar a que fuera la invasión aliada la que decidiera los destinos de nuestro país. Razón por la cual se produjeron importantes desencuentros entre partisanos y aliados (cuyos bombardeos provocaron, en la Italia de entonces, ¡más muertos que los de la propia Wehrmacht!).

Para entender situaciones políticas tan singulares como la de los partisanos italianos, considero este aspecto metodológico de crucial importancia: hay que partir siempre de las palabras empleadas por los propios protagonistas. En caso contrario, se termina por anular la singularidad de estas situaciones de ruptura, decisivamente innovadoras, reduciéndolas a acontecimientos equivalentes e intercambiables. Y esto es lo que se ha querido hacer al homologar el fenómeno de los partisanos italianos a simples variantes de la resistencia europea al nazi-fascismo.

Es justo lo mismo que, con la guerra ya terminada, querían los aliados y los partidos renacientes bajo su vencedora ala protectora. Para ello se ocultó la gran diferencia que existía entre la Italia completamente renovada por la que habían luchado los partisanos y la Italia que efectivamente surgió del final de la guerra: una Italia que, si bien ya no era monárquica, reciclaba a muchos ex-fascistas en todas las instituciones del Estado, asumía un Vaticano más fuerte que nunca, mostraba una sumisión extrema a la influencia norteamericana, crecía económicamente pero al precio de una subordinación política completa, etc. La guerra partisana no fue simplemente militar, sino que también fue una guerra política para la renovación del país.

Hoy en día, todo esto queda cancelado cada vez que se entona la famosa “Bella ciao!”, que ningún partisano cantó ni siquiera en sueños, pues el tema se compuso después de que su experiencia hubiera terminado.

3- Otro de los clichés o “ideas recibidas” que tenemos sobre la experiencia partisana es que se trataba de un movimiento organizado y dirigido por los partidos políticos, en particular por el Partido Comunista Italiano.

Valerio Romitelli.  Allá por 1943 en Italia los partidos antifascistas, que habían sobrevivido a veinte años de fascismo, se demuestran políticamente incapaces tanto de destruir el régimen (que se deshace solo) como de emprender cualquier cosa en el vacío político que el 8 de septiembre trae consigo. Lo único que consiguen hacer es participar en parte en el gran movimiento de formación de bandas de partisanos, un movimiento que, cierto, es en un primer momento espontáneo, pero que inmediatamente se estructura y se organiza de un modo completamente singular y diverso. De hecho, muchas bandas son muy pronto del todo o en parte apartidistas -o lo serán después-, o bien incluyen a partisanos de distinta orientación política.

Este aspecto se borra en los homenajes a los partisanos que en realidad sólo pretenden celebrar a los partidos en tanto que verdaderos protagonistas del renacimiento republicano y post-fascista del país. Y de ese modo nace la fábula según la cual los partisanos no habrían sido otra cosa que el brazo armado de los partidos, mientras que estos últimos habrían sido siempre los mismos, antes, durante y después del fascismo, y también hoy: siempre los únicos custodios de los italianos buenos, celosos de la democracia. ¡Se comprende qué beneficio consensual sacan de esta fábula también los politicastros actuales!

Nada de esto es cierto: los partidos antes del fascismo eran algo completamente distinto a los partidos después del fascismo. Los primeros eran autóctonos, mientras que los segundos estaban condicionados del todo por los juegos diplomáticos de las superpotencias vencedoras, y se convirtieron luego, a partir de 1992 más o menos, en meras marionetas movidas por los medios de comunicación y los sondeos de opinión, completamente al servicio del “mercado”.

En cambio, si partimos de que los que cambiaron el destino de nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial fueron las bandas partisanas, podremos repensar de manera distinta toda nuestra historia más reciente.

4- Rescatar la singularidad de la experiencia partisana es uno de los objetivos más valiosos y preciosos de tu trabajo. Tal y como explicas, esta singularidad corre el riesgo de verse anulada por dos tipos de miradas. En primer lugar, está la mirada que minusvalora la experiencia partisana calificándola de explosión espontánea, puramente emocional, necesariamente pasajera, pre-política o políticamente inmadura, etc. En segundo lugar, está la mirada “evolutivo-lineal” que encaja a los partisanos en una historia política (la del Partido Comunista Italiano) que nos impide captar la discontinuidad que introducen, la novedad que aportan. En los dos casos, la experiencia partisana resulta devaluada: sólo tiene valor en función de -o subordinada a- la experiencia de los partidos. Perdemos así el contacto con su potencial singular: lo que nos puede decir, lo que podemos aprender de ella, lo que puede aún inspirarnos.

Valerio Romitelli.  En un libro anterior (El amor de la política. Pensamiento, pasiones y cuerpos en el desorden mundial, 2014) propuse tratar de entender cuándo y cómo la política funciona de forma experimental, es decir, de manera completamente distinta al modo conservador y al modo reaccionario. Para ello, resulta esencial entender cuáles son los “cuerpos organizados” que se ponen a prueba haciendo política. Los partidos modernos (nacidos a partir del modelo socialdemócrata entre los siglos XIX y XX, primero, y del bolchevique vencedor del Octubre de 1917 en Rusia, después) aparecen entonces como grandes figuras de la época, alternativas a la Iglesia, a los ejércitos, a los Estados, a la empresas, a los bancos, etc. Para bien o para mal, los partidos son las figuras protagonistas del siglo pasado: los laboratorios políticos de masas.

Pero al igual que sucede con toda experimentación científica o artística, tampoco la política es constante, sino cíclica: funciona por secuencias. Las figuras que protagonizarán la secuencia política 1943-45 en Italia son las bandas partisanas y no los partidos. La experiencia que hicieron los partisanos no era pre-política con respecto a la de los partidos, sino la experiencia de otra política. Profundamente innovadora. Lo que yo propongo entonces es pensar la experiencia partisana en interioridad. ¿Qué significa esto? Trabajar por rescatar la materialidad de la experiencia (lo que dijeron e hicieron los partisanos, cómo se organizaron y combatieron), en lugar de considerarla simplemente como un espíritu a homenajear. Es decir, construir un recuerdo materialista, no retórico ni mitológico, de la lucha partisana. Sólo de ese modo podemos tener una memoria vivo en el presente.

                                 La célebre partisana Rosy Romelly, entre compañeros, verano del 44

La felicidad de los partisanos

5- Para ti, la experiencia partisana no es una “reacción automática” a la situación de guerra, ni los partisanos eran simplemente mártires de una causa que se sacrificaron por un deber moral. Por el contrario, describes la experiencia partisana como una experiencia de felicidad colectiva. Ni obligación ni necesidad, sino deseo y felicidad. Se trata de algo muy sorprendente, dadas las circunstancias en las que actuaron. ¿En qué consiste esa felicidad del partisano, de dónde viene?

Valerio Romitelli. Para celebrar a los partisanos como figuras sin un legado singular siempre se los ha presentado como muertos heroicos, como víctimas, como personajes tristes de una historia trágica y cerrada para siempre. Y es cierto que los partisanos, como guerrilleros que fueron, sufrieron de un modo hoy impensable. Actualmente, gozamos todavía (aunque cada vez menos) del bienestar que nos trajeron los “treinta años gloriosos” de la larga posguerra. Durante la Segunda Guerra Mundial, un bienestar semejante no era ni tan siquiera imaginable. Sin embargo, hoy en día somos políticamente infelices: no logramos, en tanto que gente común, decidir nada de cuanto condiciona nuestros destinos. En cambio, los partisanos, aun sufriendo todas las penalidades, aun inmolándose a menudo en acciones al límite del suicidio, eran políticamente del todo felices. Su dicha consistía en decidir el propio destino, y con él el de todo el país. No es ninguna fantasía mía. Lo dicen sus memorias. Lo dicen los grandes escritores que fueron partisanos, tales como Meneghello o Fenoglio. Lo decían sus escritos en los muros, sus pasquines, sus documentos.

Eran felices y llevaron a cabo una experimentación política feliz, es decir, lograda. Sus modos de organizarse y de combatir fueron un éxito completo, si tenemos en cuenta lo que por encima de todo se proponían: echar a los nazis, vencer a los colaboracionistas de Salò, dejar un ejemplo difícilmente igualable sobre cómo se puede renovar políticamente un país entero, aun siendo una minoría, aun siendo sólo un puñado de jóvenes.

El que lo que siguiera a su experiencia no haya sido una historia tan feliz no quita nada al hecho de que al releer hoy su gesta como se debe, en interioridad, podamos vernos empujados a intentar análogas experiencias.

6- Le das mucha importancia en el libro a una frase muy bella de Ada Gobetti, periodista y partisana ella misma: “la amistad era la clave de la batalla partisana”. ¿Puedes explicarnos la razón?

Valerio Romitelli. Existe toda una tradición de pensamiento, a la que los mismos marxistas le hacen a veces demasiadas concesiones, que sitúa el odio y el conflicto como prioridad de la política. Yo cuestiono ese primado. Lo que sostengo al contrario es, por decirlo brevemente, que para hacer cualquier guerra, primero se necesita dotarse de un ejército: es decir, que antes de entrar en cualquier tipo de conflicto, si no se quiere sucumbir inmediatamente, hay que prepararse y, por tanto, hacer amigos, unirse y organizarse en un cuerpo colectivo, capaz también de hacer frente a las derrotas. El caso de los partisanos italianos es particularmente instructivo. El que pretendía combatir a los nazis aisladamente o mal organizado estaba abocado a desaparecer rápidamente y sin dejar rastro. De donde se deduce que la amistad, el amor estrechamente compartido por la misma causa, es la condición prioritaria de cualquier experiencia política (que implica también, por supuesto, el odio y el conflicto).

La bicicleta, el vehículo en el cual las “staffette” partisanas transportaban armas de la montaña a la ciudad.

Política partisana y política de partido

7- Afirmas que los microcuerpos de las bandas partisanas hicieron una experimentación alternativa a la del partido. ¿En qué consiste esta distinción entre la “política de partido” y la “política partisana”?

Valerio Romitelli. La “política partisana” fue una política experimental: excluía la discusión en términos ideológicos (regímenes, sistemas o modelos buenos o malos) para pensar exclusivamente en cómo organizarse en el presente, en las condiciones existentes en la situación presente.

Se trataba pues de una política completamente interna a la situación, al territorio y a la población. Es decir, no derivaba su acción de los cálculos politiqueros o de los juegos diplomáticos, ni tampoco estaba subordinada a las potencias extranjeras (como era el caso del PCI con respecto a la URSS), sino que desarrollaba una estrategia autodeterminada, que se fundaba solamente sobre las propias fuerzas, y se pensaba y decidía sobre el terreno.

Diversidad, adecuación a circunstancias cambiantes, movilidad espacial y cultural, flexibilidad y adecuación a objetivos, apoyo de la población local, coraje para inventar un modo propio de estar… son otras claves fundamentales de la política partisana, heterogéneas a la política de partido.

Al acabar la guerra, se construyeron partidos a partir de las bandas partisanas. El PCI no sólo instrumentalizó la experiencia partisana, sino que lo hizo sin acoger casi ninguna de las expectativas de renovación radical de Italia que habían motivado a los propios partisanos. En la posguerra, el PCI será el mayor partido comunista dentro de un país capitalista, pero su acción, casi siempre burocrática, equívoca y a fin de cuentas dimisionaria, no se recuperará ya de este pecado original de haberse apropiado indebidamente de la herencia partisana.

8- Según explicas en el libro, los partidos han cambiado radicalmente, pero la experiencia partisana podría tener hoy una actualidad para vivificar nuestra idea y práctica de la política. Es decir, para salir de la infelicidad presente. ¿En qué sentido, cómo lo piensas?

Valerio Romitelli.  Dada la complejidad de la pregunta, responderé en estilo telegráfico. Tanto los gobiernos como los partidos mayoritarios o de oposición, a día de hoy, no experimentan ya nada que no sea aquello que les impone el “mercado”, es decir, los bancos y los lobbys que los sostienen. Derecha e izquierda convergen cada vez más hacia aquel centro cuyo corazón late al ritmo de las reformas prescritas por el neoliberalismo. Más a la derecha y más a la izquierda queda muy poco, aparte de los sentimientos anacrónicos, el oscuro y ancestral odio racial o el mucho más respetable, pero en todo caso ineficaz, llanto por los viejos temas de los partidos de los tiempos del Estado del bienestar. Por lo tanto, vivimos en una situación en la que la política ya no tiene organizaciones propias.

El problema de cómo reorganizarse políticamente para dar cuerpo a políticas universalistas —las únicas dignas de ser calificadas, precisamente, como políticas— está, por lo tanto, abierto. ¿Cómo afrontarlo? Cada solución posible hay que buscarla, pienso yo, a distancia del Estado. El Estado de bienestar ha sido suplantado hoy casi en todas partes por el “Estado securitario” (que es el único que les gusta a los “mercados”, siempre al acecho de lugares donde hacer inversiones “seguras”): implicarse con los poderes de semejantes Estados con la idea de que así mejoramos sus políticas sólo puede llevar al perfeccionamiento de las medidas de seguridad. Medidas que son siempre exactamente lo contrario de aquello que habían sido las medidas universalistas del Estado del bienestar.

Tratar de hacer política a distancia del Estado significa intentar hacer política sin partido, prescindir de los ritos electorales, pero también de la idea de corregir las injusticias a través del derecho y sus tribunales, etc. Una vez que el horizonte político ha sido despejado de Estado y de los partidos no queda ya nada más que lo social, siempre ambivalente, impuro, sucio, incierto, bastardo. Pero es aquí donde debemos sumergirnos para tratar de construir alternativas a las actuales políticas neoliberales. Y, sobre todo, debemos sumergirnos en el nuevo entorno social que se está formando en Europa pero también en otros lugares: allí donde los ciudadanos son sólo un componente al lado de aquellas poblaciones de extranjeros que, aunque siempre minoritarias, están destinadas a cambiar radicalmente el rostro de muchos países.

Por esta razón, una experiencia como la de los partisanos italianos puede tener todavía algo que enseñarnos. Porque sus bandas se constituyeron, duraron e hicieron una política capaz de transformar los destinos de nuestro país, una política distinta de la de los partidos y experimentada en completa ausencia de cualquier Estado al que hacer referencia.

La experiencia partisana y el presente

9- ¿Persiste como recuerdo vivo, inspirador, la experiencia partisana en Italia? ¿Podrías darnos ejemplos de “reactualizaciones” de su memoria y ejemplo que te parezcan interesantes?

Valerio Romitelli.  A partir de la posguerra y en adelante, los grupos que en Italia más se han inspirado de forma declarada en la experiencia partisana han sido las Brigadas Rojas, cuyo terrorismo entre los años 70 y 80 fue políticamente desastroso. Aquello que más les gustaba a los brigadistas de los partisanos era el hecho de que la suya era una lucha armada. El gran error de los brigadistas fue no entender la profunda diferencia que hay entre hacer política en tiempo de guerra, como era el caso entre el 43 y el 45, y hacer política en tiempo de paz, como entre los años 70 y los 80, o como hoy en Europa, por lo menos. Todavía hoy, muchos militantes “antagonistas”, lectores de Michel Foucault, en particular de su seminario de 1976, insisten en considerar esta distinción paz/guerra como ficticia, pero para mí sigue siendo fundamental.

Aquello que a mí me interesa de la experiencia de los partisanos es que estos, sin tener ningún apoyo institucional o mediático, no siendo más que una minoría ínfima, padeciendo condiciones tremendas, lograban ganarse la simpatía y el apoyo activo de las poblaciones allí donde operaban. Por mucho que este sea un dato siempre disputado por la literatura de derechas, me parece evidente que sin estos apoyos la experiencia de los partisanos no habría nunca podido crecer, durar ni extenderse de la forma en que lo hizo.

10- En este sentido de entrar en contacto con las poblaciones, y no de representarlas como pretende cualquier vanguardia, dices que la experiencia partisana podría inspirar “nuevos cuerpos colectivos” capaces de “pensar un pensamiento”. ¿Podrías desarrollar esto?

Valerio Romitelli.  Hoy en día, para tratar de organizar nuevas políticas alternativas, sostengo que es imprescindible hacer investigaciones entre las poblaciones que más sufren las políticas capitalistas. Sólo así se puede saber cuáles podrían ser los objetivos, las reivindicaciones más adecuadas para unir a estas poblaciones, que actualmente se encuentran muy divididas y dispersas, también por culpa del colapso de la credibilidad sufrida por las organizaciones tradicionales comunistas o, más en general, “de clase”.

Es decir, se trata de “pensar el pensamiento” de las poblaciones explotadas y oprimidas. Sin presuponer ningún “sujeto político” ni “antagonismo esencial” alguno (como ocurre en las teoría de las “multitudes” de Toni Negri y los post-obreristas), sino sólo el hecho de que tales poblaciones piensan una realidad, la suya, que le resulta extraña también a quien hace la investigación, al menos hasta el momento de hacerla. Por lo tanto, se trata de entender, con los métodos adecuados, sus palabras y de usar las fuentes indispensables para la elaboración de cualquier política alternativa. Hoy en día, entre los movimientos alternativos y antagonistas en Italia no faltan tentativas de este tipo investigación: existen grupos de jóvenes antropólogos comprometidos que hacen investigaciones muy interesantes, por ejemplo.

Por mucho que los partisanos no hubieran estudiado para adquirir esta capacidad etnográfica, por así decirlo, está claro que fueron las singulares circunstancias de aquel momento las que los instruyeron rápidamente. Por este motivo he sostenido que los partisanos fueron capaces de “pensar un pensamiento” -que es una fórmula que surge del trabajo que llevo a cabo con el Grupo de Investigaciones Etnografía del Pensamiento, GREP.

11- Fuerzas oscuras del presente (narco, mafia, redes terroristas como Al-Qaeda) se organizan de alguna manera hoy también “en bandas” (de forma autónoma, descentralizada, flexible, móvil, sin referencia a partidos o Estados). ¿Cuál sería ahí el valor específico que podría tener la inspiración de la experiencia partisana?

Valerio Romitelli. Ciertamente, hablar bien hoy en día del concepto de bandas puede resultar escandaloso. Pero incluso dejando a un lado los casos del Daesh o de Al-Quaeda, a cuya existencia parece que ya no hay duda de que han contribuido más o menos directamente los servicios secretos occidentales, se puede decir que muchas de las bandas criminales que hay dispersas por el mundo se ven favorecidas, más que obstaculizadas, por la conversión del Estado de bienestar en “Estado securitario”. De hecho, tal conversión ha creado en el interior de lo social “tierras de nadie” donde la lucha por la supervivencia es siempre dura y violenta. No creo, sin embargo, que para hacer frente a este fenómeno tenga sentido reivindicar intervenciones por parte de Estados que funcionan más como parte del problema que como solución.

Por lo demás, cada política tiene sus propios riesgos. Algunas bandas criminales, como por ejemplo en Centroamérica, pero también en África y en otros lugares, no son sino la degeneración de bandas que en su día fueron políticas, como lo fueron en su día los partisanos italianos. El peligro de que estas últimas, una vez alcanzada la paz, degenerasen en simple bandidismo (cosa que sucedió en algunos casos muy esporádicos) fue una de las razones por las cuales los partidos, con el comunista a la cabeza, consideraron imprescindible su disolución después de la primavera del 45.

Por lo tanto, organizarse en bandas puede tener las consecuencias más diversas. Lo que más me interesa a mí de esta categoría es que nos permite pensar en una multiplicidad de micro-cuerpos políticos, alejados de las pretensiones de hegemonismo de las que toda organización con forma de partido está inevitablemente poseída. Y dado el nivel de corrupción que afecta hoy a casi cualquier partido y Estado en el mundo entero, se puede decir que el peligro de degenerar en la criminalidad debería obsesionar también al que considera posible hacer políticas alternativas dentro de marcos totalmente legales.

[Italia, 25 de abril de 1945] A 76 años la victoria partisana

Hoy, 25 de abril de 2021 recordamos los 76 años la la victoria partisana, una victoria popular, una victoria de la clase obrera.

Queremos reconocer la importancia histórica y política de los procesos revolucionarios pasados y actuales. Es importante poner en valor y recordar la tenacidad, entrega y lucha todxs quienes dieron y dan cara al fascismo.

Las grandes lecciones que nos han dejado, son de lucha, de resistencia, de ofensiva y amor por el pueblo. Pero también, lo que tenemos que evitar o reforzar en nuestra militancia. La lucha partisana es símbolo de una batalla que no ha perdido vigencia, de un enemigo que no ha desaparecido y que cada vez suma fuerzas en todo el mundo.

Las partisanas nos enseñaron que con coraje y alegría, la organización popular férrea y decidida nos deja victorias. Desde Latinoamérica levantamos su bandera de lucha, que es parte de las banderas de los pueblos. Recordamos a todos y todas, de quienes con solo pronunciar su nombre aún hacen temblar a los explotadores, pero también a las anónimas, a todos y todas las caídas en combate, a las asesinadas por la represión estatal o la precariedad laboral, a los criminalizadas y perseguidas, a todos quienes luchan.

El 25 de abril de 1945, el Comité de Liberación Nacional de Italia proclamó la insurrección en todos los territorios ocupados por los nazifascistas. “¡Rendirse o morir!era el santo y seña de los comandos partisanos”. En eta fecha se celebra en Italia la liberación de las fuerzas de ocupación nazi y de sus aliados fascistas después de 20 meses de lucha partisana -conocida como Resistencia- en 1945. Es una fiesta nacional que recuerda y conmemora todos los años el fin de la guerra civil, pero sobre todo el valor de miles y miles que decidieron tomar las armas para oponerse al régimen del dictador fascista Benito Mussolini y a la ocupación nazi.

Setenta y seis años después, el 25 de abril sigue siendo más que una fecha clave para ejercitar la memoria. Es un horizonte para todas las antifascistas del mundo. Saber dónde hay que estar, defendiendo los ideales de justicia y libertad, enfrentando sin miedo aquellos que deciden ocupar el lado equivocado de la historia. Es una enseñanza que siempre está vigente, en la cual los partisanos representan un modelo de resistencia contra la barbarie de los fascismos, tanto los viejos como los actuales.

Viva la Libertad, Viva la Resistencia, Viva las Partisanas

 

[Ecuador] Ser negrx no es un delito

Por Ángela Illescas, militante afro de Acción Antifascista Ecuador

Nos sumamos a la denuncia realizada por Darío, John, Hugo, Aldrin y Eric (https://www.instagram.com/p/CNEtJqshwsZ/) quienes el pasado 27 de marzo de 2021 fueron golpeados, gaseados, apresados, torturados y acusados con un falso parte policial por el solo hecho de ser negros en Quito-Ecuador.

Con este pronunciamiento nos solidarizamos y rechazamos el racismo policial, pues no se trata solo un mal manejo de las leyes o de una de las tantas formas de abuso policial; sino de un delito de odio y de criminalización de las juventudes afrodescendientes.

Condenamos los casos de violencia ejercidos por parte de las fuerzas represivas del Estado ecuatoriano, pues estos acontecimientos no son hechos aislados y tampoco nos sorprenden tanto.

En el fondo la policía, la prensa y gran parte de la sociedad buscan un chivo expiatorio a quien culpar de todos los males criminalizando a lxs migrantes, a lxs pobres, a lxs negrxs, a lxs indígenas o a las personas en condición de calle.

Buscan a quienes acusar por la delincuencia, la falta de empleo, la precarización social y más formas de marginalidad ejercidas por el sistema.  Procuran distraernos. Creen que no sabemos que los verdaderos enemigxs visten de traje y están en el poder.

¿Qué más podemos esperar de un Estado que históricamente ha marginado a los pueblos indígenas y afrodescendientes? ¿Qué se puede esperar de un Estado racista, xenófobo y de una sociedad profundamente fascistizada?

Ser afrodescendiente no anula nuestros derechos. Tenemos sed de justicia, queremos transitar libres por las calles y por eso luchamos por dejar de ser discriminadxs por cómo nos vemos o de qué color es nuestra piel.

Si somos “negrxs” y andamos en grupo no tenemos por qué ser tachados como delincuentes. Somos negrxs y eso no nos hace menos que quienes usan un uniforme dado por las élites ecuatorianas para salir a reprimir a lxs históricamente excluidxs, olvidadxs y borradxs.

Somos negrxs y sabemos bien que el racismo estructural impulsado por las élites y sus emisarios nos sigue viendo como esclavos y que busca persuadirnos, hacer que tengamos miedo, que nos sintamos menos pues ellxs se creen superiores y dudan del criterio propio y la conciencia colectiva de nuestro pueblo.

Pero estamos organizados. Es más, nuestra gente y nuestros colectivos y organizaciones llevan mucho tiempo luchando contra esta visión paupérrima originada por la pirámide de poder colonial que aún pervive y que sigue categorizando a las personas según el color de piel, la ropa que usan o el apellido que tienen.

Dentro de esa escala, su escala colonial y racista, lxs afrodescendientes seguimos siendo vistos como inferiores; pero no se equivoquen, sus abusos no pasan desapercibidos, y por eso hoy y todos los días nos levantamos sin miedo y con mucho coraje y al igual que nuestros hermanos Darío, Hugo, Aldrin y Eric les decimos:

¡SOMOS NEGRXS, SOMOS PUEBLO, SOMOS VIDA!
!PÁSATE A LA OFENSIVA!
ACCIÓN ANTIFASCISTA ECUADOR

Información sobre el caso:

[11 de abril 2021] A preparar la ofensiva popular

Domingo 11 de abril de 2021, 17H00.

En el territorio dominado por el Estado ecuatoriano, ante la farsa de la democracia burguesa y su pantomima electoral, las antifascistas nos declaramos en pie de lucha.

El Estado, el capital, el patriarcado, la xenofobia, el autoritarismo y todas las expresiones fascistoides a las que tenemos que enfrentarnos día a día, incluida la corrupción, por la que han muerto decenas de miles de personas durante el mal manejo de la crisis sanitaria; la pobreza y el hambre que acosan a las clases trabajadoras; los femicidios y transfemicidios que ocurren diariamente; las expresiones de odio hacia las personas en situaciones de movilidad; entre miles de expresiones más blanqueadas o menos dramáticas, pero no menos violentas. Tenemos claro que estas condiciones tienen como único objetivo explotar, oprimir y alienar a las individualidades y colectividades. Estas condiciones se han mantenido invariables, indiferentemente de quien sea el gobernante de turno.

Las Antifascistas no somos ingenuas. No creemos en las recetas mágicas de un puñado de candidatos o partidos políticos que son operados por los poderes a los que representan. Sabemos que el problema no está en los gobernantes, sino en la estructura. Mientras esta se mantenga, las clases empobrecidas y marginadas seguirán sufriendo en carne propia las consecuencias del sistema capitalista en el que vivimos.

Por eso, nos declaramos en guerra contra este Estado que resguarda solamente los intereses de las burguesías. También nos declaramos en guerra contra el Capital, que aliena, oprime y asola las vidas de las mayorías.

Luchamos y nos organizamos para que Latinoamérica sea la tumba del neoliberalismo, cuyas dictaduras e invasiones tapiñadas han causado la muerte de cientos de miles.

Pero, también, soñamos con que Latinoamérica sea la tumba del progresismo, la otra cara de la moneda, que adormece las conciencias de las mayorías con migajas, y cuyos gobiernos han perseguido a quienes se les oponían y han causado la peor crisis humanitaria de nuestro siglo.

Su democracia sólo es impunidad para los ricos. Gane quien gane las elecciones, sin lucha no hay derechos.

Hacemos un llamado a pasarse a la lucha, a preprar la ofensiva popular, a levantar y fortalecer las organizaciones sociales, y colectividades, individualidades. Todas y todos, campesinxs, obrerxs, diversidades sexo-genéricas, estudiantes, desempleadxs, y el gran abanico de quienes se sienten hartas de vivir en un mundo injusto.

Luchemos juntas contra este sistema asesino y opresor.

Acción Antifascista Ecuador

Frente a la vacunación VIP: Odio y rabia

 desde el territorio mal administrado por el Estado ecuatoriano, 15 de marzo de 2021.

Son 297.957 las personas que ya se han contagiado de COVID-19 y 11.341 las muertes confirmadas, además de los 4.787 fallecimientos no confirmados oficialmente, pero con causas relacionadas al virus. Esto de un total de 17 millones de habitantes localizados en 283,560 km2.

Con las pocas esperanzas que aún nos quedaba en la gestión gubernamental, ayer en la noche muchas familias ecuatorianas buscamos agendar un turno para la vacunación de las adultas mayores. Como si se tratara de las eternas filas existentes antes de la supuesta modernización del servicio público, cientos y miles de familias esperamos a que llegaran las 00h00 del 15 de marzo para inscribirnos en la plataforma http://planvacunarse.ec// y ganar esperanzas frente a la crueldad del virus.

Y claro, para reafirmar, con esta acción, la deplorable gestión estatal de la pandemia, la página colapsó y millones quedamos nuevamente fuera del acceso a vacunas.

Pero, ¿quiénes quedamos fuera?

Cientos de trabajadoras, campesinas y obreras de la tercera edad, que por años entregaron su fuerza productiva y reproductiva a este país, quedaron al margen del sistema de vacunación prioritaria y claro; no todas las familias somos cercanas al ex Ministro de Salud, Cevallos, o periodistas afines al régimen como Diego Oquendo o, más deplorable aún, jóvenes hijas de las encargadas de los planes de vacunación.

Mientras el odio y rabia me invaden llega un mensaje de mi madre: “hoy fue un mal día, dormí pensando en inscribirme, para estar un poco más protegida del COVID-19 y salir a la calle, pero no se puede tener sueños en este país”. Al rato llega la llamada y ahogada en lágrimas me cuenta el trajín que pasó al no poder inscribirse por internet como si se tratase de un favor que nos hace el gobierno, obviando nuestro derecho a la salud y la vida.

Ya en mi puesto de trabajo al que debo asistir, me guste o no, la indignación no para, pero ya no solo es por la farsa del “plan vacunarse ec”, sino porque en redes vemos como quienes siempre han vivido del Estado burgués y sus negocios – los mismos que se han llenado los bolsillos con nuestra mano de obra-, se muestran sonrientes en las lujosas instalaciones del Club Rotary de Guayaquil mientras son inmunizados con las vacunas que el Ministerio de Salud Pública les entregó.

Esa gente que tanto te dice que trabajes y que el Estado no debe “regalar” nada.

La misma gente que puede pagarse el avión a Miami y vacunarse.

Esa gente que se enriqueció con el crecimiento del sector agroexportador el año pasado.

La misma gente que trajo el COVID-19 en medio de sus viajes y bodas lujosas.

Esa gente que aplaude el acuerdo con el FMI y defiende al Estado burgués mientras le conviene.

Todo musicalizado, claro. Ambientado con la canción Close to you de Carpenters interpretada por un trabajador de la música, que seguramente tampoco accedió a la vacuna, mientas hacía más amena la vacunación VIP.

Una vez más queda claro que a las élites que gobiernan, nuestras vidas no les importan. Mientras el país se hunde entre la crisis y las medidas de ajuste neoliberal, la gasolina sigue subiendo y con ella los precios de todas las cosas necesarias para vivir. Ellos se reparten la vida y la inmunidad con música y risas de por medio.

Quisiera decir que el COVID19 es lo peor que nos ha pasado, pero no está ni cerca de la podredumbre que este sistema emana en cada una de sus acciones. Posiblemente, señalar a los ineptos gobernantes sería lo adecuado, pero estoy segura que gobierne quien gobierne, esto jamás mejorará.

No, mientras no nos organicemos. No, mientras no aceleremos la caída del sistema donde las más empobrecidas tenemos que aceptar con horror, miedo y desesperanza nuestro destino. No, mientras la solidaridad no sea la bandera que levantemos en cada acto diario pues mientras gobierne el capital, esto, no va a cambiar.

En medio de todo, y para recobrar algo de cordura y fortaleza, recuerdo aquella frase que dice “que el miedo no te paralice y que la rabia te organice” porque para construir un mundo con justicia social tenemos que destruir el sistema desde sus raíces.

VIVIREMOS para verlos caer, VOLVEREMOS más fuertes y activas, VENCEREMOS por el mundo que queremos para todas

ACCIÓN ANTIFASCISTA ECUADOR

«Deberían aniquilar a todos esos presos»

El violento asesinato de 79 personas privadas de la libertad en diferentes cárceles de Ecuador (porque a eso no podemos llamarle «centros de rehabilitación») el día 23 de febrero de 2021, atrajo la opinión pública sobre un tema del que nadie nunca quiere hablar:

¿Qué sucede con los privados de la libertad en un sistema carcelario capitalista?
¿Es una cuestión sólo de bandas criminales?
Y como sociedad, ¿quiénes somos para juzgar qué vidas valen más que otras?

Muchas personas privadas de la libertad han llegado a las cárceles, precisamente porque los empobrecidos son los grandes invisibilizados de la sociedad: fuera de la escuela, la salud, el empleo, la vivienda y la recreación, siempre confrontando situaciones límite, la supervivencia los ubica en un aquí y ahora, en un presente sin proyecto futuro. El pobre no es pobre porque quiere, existe una sociedad injusta donde los ricos para ser ricos, necesariamente necesitan la existencia y la multiplicación de la pobreza y del lumpenizaje de las grandes mayorías.

No es una cuestión sólo de bandas criminales, como nos quieren hacer ver los medios de comunicación capitalista, no es tan simple, ni tan reducida la mirada. Estos sujetos siempre al límite y en permanente desventaja, incentivados, además, por una narcocultura que se hace presente en los consumos culturales cotidianos (cine, televisión, música), son más fáciles de cooptar a la hora de buscar lo que les hace falta y de lo que carecen a nivel social (reconocimiento, prestigio y poder). De esta manera, se convierten en presas fáciles de las redes organizadas del crimen, no sólo terminan sirviendo a grandes mafias; sino también a los mismos gobiernos. En este camino, se convierten en sujetos de violencia (la ejercen) y en objetos de violencia (la padecen).

¿Cómo fue posible que el martes 23 de febrero, en la matanza, hubieran armas dentro de la cárcel, sino fuera por la complicidad del Estado? ¿Cuáles serán las mafias de la policía y los centros penitenciarios? ¿Será que hay intromisión de fuerzas políticas? Esas son las preguntas que deberíamos hacernos, en vez de valorar la situación como una «lucha de bandas criminales». Parte de esta complicidad del Estado implica que estos grupos de crimen organizado asesinen, llenen de drogas a la población funcional, colaborando con la perpetuidad del sistema capitalista y generando lógicas individualistas donde el poder del capital se impone sobre el valor humano.

Además, mientas la sangre y el terror corría en las cárceles del Ecuador, el Estado nos dio una evidencia contundente de que el sistema judicial solo existe para los pobres, mientras que para los ricos y las delincuentes de las élites existe cortinas legales que les impiden caer en los mal llamados «sistemas de rehabilitación», así, por ejemplo, a Jacobo Bucaram se le concedió arresto domiciliario, mientras es imputado por delincuencia organizada relacionada con la comercialización de insumos médicos al inicio de la emergencia sanitaria del covid-19, ¿justicia? .

Pero, quienes ven las noticias, generando opinión pública y se alegran de que los empobrecidos se maten entre sí, son los que más preocupan. Son aquellos que, desde una posición cómoda, de superioridad moral y una internalización de actitudes fascistoides dictaminan que vidas valen y que vidas no. Esto nos interpela, porque nos hace pensar que sigue siendo necesario generar autocrítica como sociedad, sigue siendo necesario luchar contra el fascismo internalizado. Pues lo que quieren los Estados y los grandes grupos económicos es que nos odiemos entre pueblo y así justificar el uso de sus órganos de control o la matanza entre empobrecidos.

Estas mismas actitudes fascistoides son las que avalan la funcionalidad de órganos de control internacional; afirmar que «estaríamos mejor con la base norteamericana de Manta», es caer en el mismo juego de los poderosos: Colombia cuenta con instalaciones que apoyan las operaciones de Estados Unidos, sin embargo, es uno de los países con mayor incidencia en narcotráfico.

Lo que sucedió este 23 de febrero debe ser combatido, desde todos los frentes posibles, organizarnos para hacerle frente a este sistema capitalista que genera un sin fin de precarizados, luchar contra la utilitarización de los más empobrecidos en favor del crimen organizado, criticar y autocriticarnos como sociedad frente a las actitudes fascistoides que llenan los medios de comunicación y las redes sociales de opiniones inhumanas, clasistas, xenófobas, misóginas, patriarcales.

¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!
ACCIÓN ANTIFASCISTA ECUADOR

Arditi del Popolo : Los primeros antifascistas militantes

A lo largo de la historia, diferentes grupos han enfrentado al fascismo, también de maneras diversas. Entre estos, Arditi del Popolo son digno ejemplo de organización que trascendieron en la izquierda italiana y el movimiento antifascista internacional.

Arditi del Popolo o por su traducción literal “Escuadrones del Pueblo” fue la primera organización en autodefinirse como antifascista militante. Su símbolo era una calavera con un puñal entre los dientes, rodeada en una corona de laurel sobre un fondo negro. Fue fundada por excombatientes de la Primera Guerra Mundial, pertenecientes a la división Arditi (de donde tomó el nombre la organización).

Dall nulla sorgemo – De la nada surgimos

Nace en 1921 fruto de una coalición de socialistas, comunistas, anarquistas e incluso republicanos, bajo un claro principio de frenar el avance del fascismo, pues entendían que la lucha ya no iba a ser en la clandestinidad, como en 1919, cuando los simpatizantes del fascismo italiano llegaban apenas a unos cuantos cientos miembros. Para ese año, de manera directa o indirecta sumaban aproximadamente 250 000 partidarios del fascismo.

Se definen como antifascistas en una agitada coyuntura política, marcada por la inestabilidad de la posguerra, una de las principales causas por las que la retórica fascista atrajo a varios sectores, tanto de la élite como de las clases sociales bajas. Los primeros antifascistas Arditi del Popolo declararon la guerra directa contra el Partido Nacional Fascista, que ascendió al poder en 1921 con Benito Mussolini al frente.

Se organizaron de manera miliciana y descentralizada, debido a que muchos de sus primeros miembros eran exsoldados, punto que les favoreció para el ingreso de nuevos miembros que, en su mejor momento serían 20.000, provenientes de otros espacios que iban desde simpatizantes del bienio rojo -sin afiliación a una organización política- hasta militantes de organizaciones de gran alcance, como el Partido Socialista Italiano (PSI) y el Partido Comunista Italiano (PCI).

Camisas Negras junto a Mussolini

Tomaron acciones de vigilancia y defensa de barrios, negocios y sindicatos obreros ante las invasiones de las camisas negras de Mussolini, que era escuadrones entrenados y armados para cazar a cualquier opositor del régimen, específicamente a aquellos simpatizantes de la izquierda en cualquiera de sus formas.

En una operación de los camisas negras, que consistía en quemar locales sindicales, hubo un fuerte choque como respuesta por parte de los Arditi del Popolo, que dio como resultado la muerte de 20 fascistas, acontecimiento que llegaría a oídos de Mussolini, quien autorizó una mayor financiación para armamento de los camisas negras.

Durante 1921 y 1922 hubo continuos enfrentamientos entre los primeros antifascistas y el régimen de Mussolini. El Rey de Italia, Víctor Manuel III otorgaría el máximo poder a Mussolini, lo que provocó una fuerte persecución contra todas las organizaciones de tendencia de izquierda. El PSI firmó un pacto de no violencia con el régimen para evitar la persecución política y el PCI ordenó a sus militantes que se retiren de las filas de los Arditi del Popolo al considerar que la asociación de comunistas con anarquistas y republicanos era una contradicción.

Por otro lado, el trabajo de acción de los Arditi del Popolo fue elogiado por grandes revolucionarios de la época como Lenin, Malatesta e incluso Antonio Gramsci que trabajó como escritor y dirigente para el PSI y fue uno de los fundadores del PCI.

Los años pasaron y los Arditi del Popolo nunca bajaron la guardia y, a pesar de sufrir considerables bajas, no abandonaron la pelea contra los fascistas, sus golpes, la mayoría de veces, consistían en emboscar a los camisas negras y asesinar a los líderes de los escuadrones. Pero fue en el año de 1926 en el que tenían planeado un gran golpe contra el régimen, con el único objetivo asesinar a Mussolini. El disparo que iba dirigido a la cabeza de Mussolini falló y ante aquel atentado, se vio aterrorizado por el gran salto táctico en las acciones del Arditi del Popolo, acontecimiento que provocaría la autorización del despliegue de 40.000 camisas negras para acabar con el movimiento de los Arditi.

Barricada levantada por la Arditi del Popolo

En ese año, 1926, muchas organizaciones de izquierda fueron perseguidas y desmanteladas, incluyendo a los Arditi del Popolo. Muchos de sus miembros fueron enjuiciados y arrestados, otros fueron asesinados, sin embargo, algunos que lograron abandonar Italia se movilzaron hacia España para apoyar a los Republicanos en la Guerra Civil española contra el fascista Francisco Franco. Otros cuantos ex Arditi se ocultarían para posteriormente ayudar en la agrupación de los Partisanos, que serían la siguiente generación de antifascistas militantes en el territorio italiano en la Segunda Guerra Mundial.

Los Arditi del Popolo se convirtieron en ejemplo de lucha para los movimientos antifascistas venideros de Italia y del todo el mundo. Fueron y serán ejemplo de convicciones firmes, levantando la bandera antifascista junto al movimiento proletario. Mostraron que únicamente con la lucha organizada y militante se puede acertar golpes al enemigo del pueblo.

Han pasado casi 100 años y se recuerda a los Arditi del Popolo por su valentía y espíritu inquebrantable, palabras que pueden ser justificadas con sus acciones al dar resistencia armada contra uno de los dictadores mas sangrientos que ha visto la historia moderna.

Hoy como ayer los y las antifascistas asumimos el compromiso, nos aventuramos a la nada fácil tarea de organizarnos en la ofensiva. No solo luchamos contra ese enemigo inmediato (el fascismo) sino que, al mismo tiempo, nos posicionamos desde una lucha abierta y frontal contra el capitalismo; fortaleciendo organizaciones estudiantiles, juveniles, obreras y populares para construir una nueva sociedad sin clases sociales, ni propiedad privada sobre los medios de producción.

 Antifascistas militantes como la Arditi del Popolo

Hermosos como ángeles, audaces como leones, fuertes como gigantes […], los bolsillos repletos de bombas y en el cinturón un puñal. Iban al asalto entre gritos de cantos y seguían una bandera negra en cuya tela estaba bordada una calavera de plata. […] Llevaron a todos lados la muerte y la masacre. […] Eran los caballeros de la muerte.

– Giudici, ex arditi

Antifascistas: tareas y objetivos

                                                                                                                                           por: Colectivos Antifascistas (Chile)

Dentro de la categoría «antifascista» existe una heterogeneidad de posturas que muchas veces resultan antagónicas entre sí, pero que convergen en un determinado momento bajo la idea del «enemigo común».

En este momento de convergencia se tiende a operar sobre la marcha para dar respuesta coyuntural más que sobre un línea estratégica determinada, es decir, de un proyecto político determinado de sociedad.

Para algunos «antifascistas» más cercanos a las lógicas «antinazis», el capitalismo no resulta un problema central y de fondo, y optan por defender la democracia burguesa en una versión más amigable y dentro de los margenes establecidos por el modo de producción capitalista.

Aquí (en el anti-nazismo) los proyectos de la socialdemocracia operan con fuerza y tienen a confundir a más de uno, pues es hábil (la socialdemocracia) en trazar los objetivos inmediatos del «enemigo común» sin hacer o posponer la lucha de hoy con una conexión con los objetivos estratégicos (construir una nueva sociedad).

Independientemente de que la acción puede ser o no más violenta contra el fascismo (cosa que a varios nubla) el anti-nazismo de la socialdemocracia ha demostrado ser servil a procesos políticos que una vez en el poder han derivado en una brutal represión hacia el movimiento popular y revolucionario en beneficio del capitalismo, de esto en el mundo existe innumerables ejemplos, por eso no debemos confundirnos, ese «antinazismo» socialdemócrata resulta ser un arma de doble filo en la lucha por el desarrollo de la revolución popular y proletaria.

Por otra parte, existe un antifascismo que tiene sus raíces históricas en los grupos de defensa proletaria o milicias obreras, las que no solo luchaban contra ese enemigo inmediato (el fascismo) sino que también y al mismo tiempo se posicionaba desde una lucha abierta y frontal contra el capitalismo así como por el fortalecimiento de las organizaciones obreras y populares para construir un nuevo modo de producción, es decir de una sociedad sin clases sociales, ni propiedad privada sobre los medios de producción.

Este antifascismo militante y proletario es el que desde los Colectivos Antifascistas venimos impulsando hace ya un par de años pues consideramos que la lucha antifascista sin una lucha anticapitalista es solo servilismo a las formas amigables de la explotación de la burguesía.

Por tanto, el quehacer de este antifascismo está íntimamente ligado a los objetivos inmediatos y estratégicos del movimiento popular y revolucionario.

Sin embargo, hay que considerar que el antifascismo tiene además sus propios objetivos, esto debido a que muchas de las acciones antifascistas están atravesadas por la autodefensa y el enfrentamiento directo, desde ahí para nosotros se desprenden algunos objetivos a desarrollar no solo por nuestro espacio sino que los instalamos para la discusión y trabajo autónomo o en coordinación con los diversos colectivos, grupos e individualidades que se posicionan y luchan desde el antifascismo militante y proletario.

Tareas y objetivos:

1) El desarrollo y expansión de la propaganda.
2) El ejército y la preparación física, mental y espiritual.
3) La participación en asambleas territoriales y diversas formar de organización social y popular.
4) La formación y el debate político histórico, coyuntural, táctico y estratégico para el hacer concreto y no para la academia pseudo-intelectual de guerrilleros de redes sociales y bares.
5) La Coordinación Antifascista, autónoma a cualquier partido político conciliador con el Estado Capitalista Chileno por más verborrea radicalizante pueda tener.
6) Capacidad de respuesta inmediata.

Planteamos estas tareas y objetivos de manera urgente y a considerar por todo el espectro antifascista.

Nos basamos en un análisis de la situación y sobre ciertos escenarios en cuanto a enfrentamiento callejero u otros que visualizamos para el corto y mediano plazo.

Los diversos ataques y acciones de grupos fascistas de viejo y nuevo tipo del último tiempo (a las cuales hemos seguido muy de cerca) nos llevan a inferir una avanzada que promovida y en complicidad con algunos sectores de la derecha más rancia, de uniformados activos y en retiro intentarán provocar escenarios, así como intimidar a diversas formas de expresión del movimiento popular, frente a esas intenciones y ataques solo existe una respuesta posible: la coordinación antifascista y la lucha revolucionaria, no hay más.

Este es nuestro llamado, que lo reciban y desarrollen quienes estén dispuestos a luchar por su pueblo y clase con toda la determinación, alegría y combatividad que se necesita para alcanzar la victoria.

¡Contra el fascismo y el capital!
¡Por el comunismo y la anarquía!
¡Solo luchando avanzamos!
Colectivos Antifascistas

Redes de Colectivos Antifascistas: https://www.instagram.com/colectivos_antifascistas2/

«El feminismo punitivista puede hacer caer por tierra una gran cantidad de conquistas»

Las mujeres ya no nos callamos más. Contra el acoso, la violencia y la justicia patriarcal, el escrache, ya sea anónimo o con nombre y apellido, se posicionó como un dispositivo para alertar de posibles violentos, pero también como una búsqueda de ajusticiamiento mediante la condena social. A través de este método, que virtualmente está en manos de todos y todas, hemos visto caer desde ídolos rockeros hasta actores, docentes prestigiosos, cuadros políticos de organizaciones y partidos, todo tipo de “ciudadanos de a pie”. Sin embargo, dispara interrogantes que todavía no parecen saldados: ¿Podemos ponerlo en duda? ¿Puede el punitivismo, frente a la impunidad, ser una forma de “justicia popular”?.

La cuarta edición del Encuentro Latinoamericano de Feminismos, donde la antropóloga Rita Segato junto la periodista  Lucía García Itzigsohn, entre otras invitadas, abordaron cuestiones como la búsqueda de una reparación, el significado de la memoria, y repasaron la historia del escrache como método de lucha; sin embargo, la charla terminó con más interrogantes que respuestas.

Itzigsohn, que contó su experiencia como hija de detenidos desaparecidos, sostuvo que estas acciones surgieron “como una instancia de justicia en acto, perfomática”. “Hoy estoy en otra posición, la vía institucional es importante porque inscribe las cosas en otro nivel”, señala, y recuerda: “Nosotros hacíamos una investigación copiada de las Abuelas. Íbamos a las casas y hacíamos guardia, trabajábamos con los vecinos, les contábamos que íbamos a marcar ese domicilio”, previo al momento de la icónica bombita roja. “Era un momento festivo”, con murga incluida: “Bailábamos, porque podíamos transformar la impunidad en algo que poníamos en la discusión social. Era una catarsis colectiva”.

Si hay o no reparación, Itzigsohn define que la violencia es justamente “lo irreparable”; sin embargo, poder sanar colectivamente y vivir desde el cuerpo que lo que le había pasado a ella también lo atravesaron otros, le permitió “una línea de fuga del lugar de víctima”.

Para la antropóloga Rita Segato, el “bien colateral” de la dictadura fue justamente eso: escenas como la de los escraches, que promocionaron el debate para desarrollar así una inteligencia social “más sofisticada”, que permitió “salir de los lugares comunes”, y promovió que las mujeres profundicen “una nueva forma de hacer política”, que reafirma: “Surgió con las Madres”. Por eso, para ella, los homicidios de Berta Cáceres y de Azucena Villaflor fueron femicidios; aunque muchos hombres fueron asesinados por las mismas causas, señala que la diferencia radica en que lo que se quería matar “era un estilo de hacer política, una politicidad propia de las mujeres”.

Sin embargo, menciona que estos métodos usados en el período de post-dictadura “nunca fueron un linchamiento”, sino el fruto de “un convenio colectivo a través del cual concluyeron que había que llegar a un castigo”: aunque no hubo una instancia judicial, sí hubo una de “juicio justo”. Por eso reconoce que “desde el feminismo podría haber una instancia de juicio justo”, -en vez de las escraches como se los conoce ahora, -“como una asamblea, para que la situación no sea un linchamiento sin sumario”. “Si defendemos el derecho al proceso de justicia, nuestro movimiento no puede proceder de esa forma que ha condenado”.

Para ella, la impunidad radica en que ahora es exhibida como un show, como en el caso de Lucía Pérez, donde se le dijo a la gente que “el mundo tiene dueños”, y que ellos “no van a ceder ante ningún pedido de la sociedad”: hay un “mensaje de la dueñidad”, donde lo que queda en claro es que “la institucionalidad” es una ficción.

“Entonces, ¿qué es lo contrario a la impunidad? ¿El punitivismo?”, se pregunta Rita. Sabiendo que estaba entrando en un terreno complicado, invitó a salir “de los binomios más partidos, como el abolicionismo o el regulacionismo, que simplifican la realidad”. Y agregó: “No quiero un feminismo del enemigo, porque la política del enemigo es lo que construye el fascismo. Para hacer política, tenemos que ser mayores que eso”. “Antes de ser feminista soy pluralista, quiero un mundo sin hegemonía. Lo no negociable es el aborto y la lucha contra los monopolios que consideran que hay una única forma del bien, de la justicia, de la verdad: eso es mi antagonista”, describió. Para la investigadora, “el feminismo punitivista puede hacer caer por tierra una gran cantidad de conquistas”, es “un mal sobre el que tenemos que reflexionar más”, y recuerda la violencia que se vive en las prisiones: “¿Puede un estado con las cárceles que tiene hacer justicia? Esa no puede ser la justicia; ser justo con una mano y ser cruel con la otra”.

Profundizando este concepto, la antropóloga expuso que hay que tener “cuidado con las formas que aprendimos de hacer justicia” desde lo punitivo, que están ligadas a la lógica patriarcal. El desarrollo del feminismo, recalca, no puede “pasar por la repetición de los modelos masculinos”. Frente a eso, sabe que la respuesta no es fácil: “No hay una solución simple, pero es necesario pensar más y estar en un proceso constante. Cuando el proceso se cierra, es decir, cuando la vida se cierra, se llega a lo inerte”, en cambio, “la política en clave femenina es otra cosa, es movimiento”.

Además, señaló que “la única forma de reparar las subjetividades dañadas de la víctima y el agresor es la política, porque la política es colectivizarte y vincular”, propuso Segato. “Cuando salimos de la subjetividad podemos ver un daño colectivo”, y eso no puede curarse “si no se ve el sufrimiento en el otro”. Por eso, considera clave el proceso de debate y búsqueda de justicia: “Fuimos capturadas por la idea mercantil de la justicia institucional como producto y eso hay que deshacerlo. Perseguimos la sentencia como una cosa, y no nos dimos cuenta que la gran cosa es el proceso de ampliación del debate”.